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El termómetro del Papa

Colombia está inundada de noticias sobre la visita del papa Francisco: las incógnitas sobre una posible reunión con las Farc y otra con obispos venezolanos (ninguna de las dos está en la agenda), la especulación sobre sus pronunciamientos frente a la paz, la cita con las víctimas del conflicto, el diseño del papamóvil y la disponibilidad de baños portátiles; la edad de la copiloto del avión papal, la seguridad en Bogotá, y la canción oficial de bienvenida.

1 de septiembre de 2017 Por: Muni Jensen

Colombia está inundada de noticias sobre la visita del papa Francisco: las incógnitas sobre una posible reunión con las Farc y otra con obispos venezolanos (ninguna de las dos está en la agenda), la especulación sobre sus pronunciamientos frente a la paz, la cita con las víctimas del conflicto, el diseño del papamóvil y la disponibilidad de baños portátiles; la edad de la copiloto del avión papal, la seguridad en Bogotá, y la canción oficial de bienvenida. El Vaticano afirma que la visita no es política sino pastoral, mientras los oportunistas buscan beneficiar el bolsillo y la ambición más que al alma. En medio de tanta y tan justificada emoción, y de la real dimensión espiritual de su visita, tal vez valga la pena detenerse y darle una mirada al estado de la iglesia en el mundo.

El papa Francisco, con su estilo sencillo y humano, ha servido de puente para los desencantados con la iglesia católica. En los últimos días admitió sin soberbia que en una época de crisis consultó varias veces a una sicoanalista judía en Argentina. También hizo un llamado de alerta sobre el cambio climático pidiendo “escuchar el llamado de la tierra”. Se ha convertido en la voz de los refugiados, de los pobres y los ignorados. Por sus palabras de tolerancia frente a la comunidad gay, los divorciados, las mujeres, y las personas de otras religiones, y sus críticas a los ricos y poderosos, pronunciadas con su estilo fresco y a veces imprudente, se ha enfrentado a los rincones más conservadores del Vaticano. Pero él sabe que su tono refleja el pensamiento del mundo moderno y que tiene al público y a las cifras de su lado.

América Latina es el mercado natural para el Papa argentino. Aproximadamente la mitad de los cristianos del mundo son católicos, cifra que no ha cambiado mucho en los últimos cien años. Según estudios del Pew Research Center, lo que sí ha variado, y mucho, es dónde viven. Mientras en 1910 casi dos de tres (65 %) vivían en Europa, hoy solo un 25 % está en el viejo continente. La masa crítica de católicos (39 %) vive en América Latina y el Caribe, donde la población es más joven, más secular y cada vez más escéptica. Estrictamente en términos numéricos, la Iglesia Católica tiene sus mayorías entre los latinos, aunque el porcentaje de católicos ha disminuido notablemente en la última década, especialmente en Brasil y México. Y en Centroamérica y Uruguay ni siquiera son mayoría. Las principales causas son dos: la migración de los feligreses hacia iglesias protestantes, especialmente pentecostales, y el abandono total de las prácticas religiosas. Es comprensible entonces el interés del Papa en visitar la región con fines no políticos, e intentar dar reversa al desencanto generalizado con la religión.

En cuanto a la relación entre católicos y protestantes, vale la pena mirar las cifras en países europeos, que muestran un inconfundible y alentador acercamiento e integración. Al celebrarse los 500 años de la reforma protestante que, inspirada por el monje agustiniano y profesor alemán Martín Lutero, dividió a los cristianos de Occidente y desató décadas de guerra religiosa, se han adelantado varios estudios sobre el estado de las dos religiones y su impacto en la sociedad. El bajo promedio de europeos católicos que rezan a diario (12 %) y van a misa semanalmente (14 %) y el nivel de cercanía e integración entre protestantes y católicos llaman la atención, especialmente en la Alemania de Lutero, donde el 97 % de cada uno está dispuesto a integrarse familiarmente con el otro.

Quizás es mucho pedir que este Papa, mezcla de líder religioso y animal político, sencillo pastor de la iglesia y hábil comunicador, latinoamericano de carácter y universal de mensaje, sirva de puente entre unos y otros; entre los creyentes y los escépticos, entre conservadores y reformistas. Y que los próximos 500 años sean de respeto, tolerancia y unidad, con un sentido real de misión hacia los más necesitados. Pero se vale rezar.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen