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El abogado del diablo

Michael Cohen ha sido la mano derecha de Donald Trump durante los últimos diez años. Mezcla de abogado, hombre de confianza, y guardián de palacio, Cohen se hizo famoso por su papel en el escándalo de Stormy Daniels,

11 de mayo de 2018 Por: Muni Jensen

Michael Cohen ha sido la mano derecha de Donald Trump durante los últimos diez años. Mezcla de abogado, hombre de confianza, y guardián de palacio, Cohen se hizo famoso por su papel en el escándalo de Stormy Daniels, la actriz porno que le complicó la vida a Trump cuando se comprobó que había recibido dinero a cambio de su silencio tras un ‘affaire’ con el magnate en 2016. Resulta que los 130.000 dólares que consignaron en la cuenta de la actriz salieron de la cuenta personal del abogado dos semanas antes de las elecciones. Para Trump se complicó más la historia en abril cuando los agentes del FBI allanaron la casa y oficina de Cohen, llevándose documentos que incriminaron al Presidente más allá de los líos de faldas.

Muchos en Washington piensan que a Trump le preocupa más la investigación a su hombre de confianza que lo que pueda salir de la búsqueda de pruebas que lo vinculen a Rusia. La ‘trama rusa’, que investigan el departamento de Justicia liderado por el ex FBI Robert Muller, diversas comisiones del Senado y la Cámara de Representantes, hasta ahora no ha salpicado directamente a Trump. Mientras tanto, en los documentos incautados a Michael Cohen se han encontrado varios escándalos.

El primero, y el más gordo es la prueba de que Cohen recibió un pago de más de un millón de dólares de una compañía americana vinculada a un oligarca ruso, quien a su vez ha sido investigado por el equipo especializado que lidera Muller. Nadie sabe qué servicios le prestó la compañía de Cohen, pero se abre un hilo interesante que refuerza las sospechas de la relación de Trump con los rusos. Se mezclaron entonces Stormy con Putin.

Pero algunos pagos de grandes empresas americanas también aparecieron en los documentos. Al parecer el abogado de Trump, tras la posesión del Presidente, decidió venderse como lobista con acceso a la Casa Blanca. Y picaron nada menos que la enorme empresa farmacéutica suiza, Novartis, que aparentemente firmó contratos con Cohen por 400 mil dólares entre el pasado octubre y enero, por asesoría en cómo llegarle al nuevo gobierno. Por ejemplo, una invitación muy privada al presidente de la empresa a una cena de Trump con 15 ejecutivos en el pasado Foro Económico Mundial. Y hay más. El gigante de telecomunicaciones AT&T pagó un total de 800 mil dólares en cuatro meses para “recibir asesoría para entender la nueva administración”. Ambas empresas, a través de sus voceros, han manifestado un profundo arrepentimiento por estas contrataciones. Dicen que gastaron en vano su dinero.

Todo esto parece el guión de una película de suspenso. Actrices porno, allanamientos, abogados que ofrecen acceso a un presidente, oligarcas rusos y multinacionales pagando millones. A diario los periódicos publican gráficas complejas demostrando con flechas los vínculos entre los actores, y trazan líneas del tiempo que intentan explicar las contradicciones públicas de Trump al refererirse a sus escándalos. En el centro de todas las gráficas se encuentra Michael Cohen, un neoyorquino de 51 años que soñaba con ser el jefe de gabinete de Trump, y que al quedarse por fuera se reinventó como el arma secreta de su jefe. Alguna gracia debe tener el ‘abogado personal’ del Presidente, que empezó su carrera representando víctimas de lesiones personales y como dueño de una compañía de taxis, para cotizarse entre los pesos pesados.

La gran ironía es que una hábil y ambiciosa actriz y bailarina porno podría poner fin a su lucrativa carrera, y complicarle el caminado a su jefe Trump. Buena película, si no se tratara de una sórdida historia de poder en el país más importante del mundo.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen