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Una lectura más objetiva muestra que mientras nos quejamos y peleamos entre nosotros, están sucediendo avances maravillosos y obras inspiradoras

3 de enero de 2020 Por: Muni Jensen

Todo parece complicado. Los diarios titulan cada crisis con adjetivos miedosos y el pesimismo penetra los encuentros de amigos. El desacuerdo y la desilusión nos rodean, complicados por la incertidumbre y el nerviosismo generalizado. Desde nuestras familias y hasta el mundo entero, lo que sobresale es lo negativo y preocupante. Pero una lectura más objetiva muestra que mientras nos quejamos y peleamos entre nosotros, están sucediendo avances maravillosos y obras inspiradoras.

El mundo está revolcado y hay gente quejándose de todo. Pero mientras tanto, los indicadores globales de la mortalidad infantil, el analfabetismo, y la enfermedad han disminuido, mientras el acceso al agua, la electricidad y la web han aumentado. La cifra más alentadora es la reducción de la pobreza extrema, que ha bajado más del 75% en los últimos cuarenta años, de 42% al 10%. No es suficiente, pero muestra que algo está funcionando, que la voluntad política sí es efectiva y que la pobreza se puede eliminar. Requiere, eso sí, de la participación de otros actores además de los gobiernos.

Aprendí recientemente que la sigla Vica significa volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad; una forma abreviada de describir el mundo actual. Pinta un panorama miedoso, pero para las empresas, por ejemplo, es una oportunidad de prepararse a competir en este nuevo ambiente. Enfocar esfuerzos en la marca y la reputación, entender y mitigar el riesgo al abrir mercados, abandonar la comodidad y buscar la innovación, son prácticas indispensables para sectores que se han recostado por años en la complacencia y que se benefician de un sacudón.

Hoy es clave incluir en los planes anuales la sostenibilidad -no solo entendida como responsabilidad social- como práctica que transforma a las empresas, los proveedores y clientes, y por consiguiente al entorno en que se mueven. A las empresas ya no se les juzga solo por su rendimiento, sino por la protección social y ambiental, la capacidad de rendir cuentas a su comunidad, la inclusión y la búsqueda de la equidad.
La igualdad de género se transforma en una realidad económica y factor de crecimiento y progreso. Nace el concepto de patriotismo empresarial, no como excusa para la xenofobia sino como vehículo de marca-país. A medida que los gobiernos enfrentan dificultades, las empresas se ven obligadas a tomar las banderas que los líderes políticos abandonan.

Criticamos la obsesión con lo digital, la pérdida de privacidad, el imperio de empresas como Google y Facebook. Pero al tiempo que se difunden noticias falsas y se ‘hackean’ cuentas, por la misma vía hay rendición de cuentas a los políticos, se denuncian corruptos y abusadores, se informa de los desastres naturales, y hasta se ayuda a buscar perritos perdidos.

Nos lamentamos de los niños enterrados en sus teléfonos, de la falta de interacción, sentenciamos a muerte la amistad y la familia por culpa de ‘los benditos aparatos’. Pero gracias a ellos pudimos hablar y ver a hijos y hermanos en las fiestas de fin de año, enviamos mensajes navideños a los amigos, familiares y allegados alrededor del mundo. Vemos crecer sobrinos en otras ciudades y graduar a los hijos de los compañeros de colegio. Somos solidarios en el dolor ajeno, celebramos cumpleaños por Facebook y goles con hinchas extranjeros, y nos reímos simultáneamente desde esquinas lejanas de los mismos chistes tontos.

Gracias a la tecnología las nuevas mamás pueden regresar pronto al trabajo desde sus casas, las personas con discapacidad tienen mejores herramientas a la mano, los jóvenes se enteran de noticias relevantes, y los adultos mayores se distraen mandando incesantes cadenas de oración por WhatsApp. Pedimos pizza y hielo sin movernos de la casa y consignamos dinero sin filas ni riesgo. Oímos música en el carro y mientras hacemos deporte y aprendemos recetas nuevas en dos minutos o menos. No es tan terrible el mundo. Solo corresponde a todos contribuir a que los indicadores buenos suban y los malos bajen.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen