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Bernie, Biden y Bloomberg

Los dos primeros tienen más de 70 años y toda una vida en la política. Cada uno habita un extremo del espectro ideológico del partido demócrata de EE.UU.

14 de febrero de 2020 Por: Muni Jensen

Los dos primeros tienen más de 70 años y toda una vida en la política. Cada uno habita un extremo del espectro ideológico del partido demócrata de EE.UU. El tercero es uno de los hombres más ricos del país y su único paso por el sector público fue como alcalde de Nueva York. Los tres tienen chance de ser el próximo rival de Trump en las presidenciales de noviembre.

Bernie Sanders se siente triunfador tras obtener el primer lugar en las dos primeras contiendas de su partido. Su desempeño en el complejo sistema de caucus de Iowa fue notable, y su triunfo en la primaria de New Hampshire lo convierte en el candidato del lado izquierdo de su partido. En las encuestas dobla a sus rivales, y hoy es el favorito para triunfar en Texas en marzo. Pero el partido apenas comienza. Las próximas votaciones se llevarán a cabo en Nevada y Carolina del Sur, estados con minorías afroamericanas e hispanas que no resultarán tan cómodas para el Senador de Vermont. Pero la meta demócrata es escoger un candidato que le gane a Trump, y Sanders, gracias a (y a pesar de) su promesa de nacionalizar la salud, al día de hoy es el más opcionado.

Joe Biden está golpeado luego de ocupar un triste cuarto y quinto lugar en los pasados comicios. El exvicepresidente, querido y respetado durante el gobierno de Obama, se está desinflando. Cuando anunció su candidatura todos lo daban por vencedor. En las encuestas nacionales aparecía de primero. Pero tras algunas entrevistas en las que estuvo flojo y un desempeño mediocre en los debates, su aura de vencedor no se tradujo en votos, al menos no todavía. Falta ver si en los estados con población negra logra una victoria. De lo contrario las voces que piden su retiro de la campaña subirán de volumen, convirtiéndolo en el Jeb Bush demócrata: el candidato inevitable que se hundió por no entender las dinámicas de las elecciones modernas.

El cuidadoso ascenso de Michael Bloomberg, multimiillonario exalcalde de Nueva York, ya no se puede ignorar. Entró tarde a la carrera pero lleno de dinero. Ha prometido gastar más que Trump y desde su incursión en noviembre va aumentando su popularidad. Después de una inversión inicial de $380 millones de dólares en publicidad, esta semana su mayor triunfo fue el ser objeto de los insultos de Trump, que el mismo Bloomberg interpretó como un reconocimiento. Su aparato de campaña ya alcanza los 2400 empleados bien pagos, su mensaje moderado y sus costosos mensajes en redes sociales se han regado por todo el país. Muchos indecisos piensan que este exrepublicano podría ser la alternativa moderada del país. Pero con su éxito vienen las críticas: de sus políticas crueles contra los inmigrantes en Nueva York y las medidas discriminatorias que tomó como alcalde. Bloomberg tendrá su prueba de oro en el Super Tuesday del 3 de marzo, donde 14 estados votarán a la vez. Con una inversión de ese tamaño, puede dar sorpresas.

Hay una cuarta B que no se debe desconocer: Pete Buttigieg, exalcalde de South Bend, Indiana, población de 100.000 habitantes, que triunfó en Iowa y New Hampshire. Aunque tiene pocas posibilidades de ganar la nominación, ha pateado la mesa del establishment americano con su carisma, su hoja de vida de militar, académico, elocuente, políglota, y con su estilo de vida de hombre gay casado y demócrata moderado. Sin duda representa el futuro del Partido Demócrata y es la cara de un país cambiante y dinámico.

La campaña apenas comienza, con más emoción de lo pensado. Los inevitables caen, los extremistas suben, los inconcebibles se convierten en opciones, y las sorpresas pueden llegar en cualquier momento. Por estos días, fugazmente, las cámaras del reality americano se alejarán de Trump para enfocarse en sus posibles rivales.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen