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Amanece en Japón

Mientras el mundo fija la mirada en China, Japón vive un notable renacimiento.

7 de junio de 2019 Por: Muni Jensen

Mientras el mundo fija la mirada en China, Japón vive un notable renacimiento. Es verdad que los chinos durante la última década se han robado el show en lo económico y geopolítico, en su apetito expansionista y sus guerras comerciales con Estados Unidos, en la capacidad de inundar a Occidente de productos y el gusto insaciable para desarrollar infraestructura y expandir su huella en casi todos los países. Todo esto dentro del gobierno perpetuo y nada democrático de Xi Jinping.

Los japoneses por su lado han vivido una montaña rusa económica durante los últimos 70 años. Pasaron de ser la fuerza dominante asiática en la primera mitad del Siglo XX, aplastada por la Segunda Guerra Mundial. En la segunda mitad, organizaron la casa y se convirtieron nuevamente en un jugador mundial formidable. A punta de alianzas entre el gobierno y la industria, desarrollo tecnológico, reformas estratégicas y compromiso con la productividad. Japón fue caso de éxito en las universidades por varios años, pero pronto cayó en una profunda recesión y crisis política, complicada por una población sin crecimiento. Desde entonces China ocupó con entusiasmo oportunista la silla del gigante asiático.

Pero Japón, bajo un sensato liderazgo y compromiso con las reglas del juego de un mundo multilateral, ha dado otra vuelta. Este país, hoy la cuarta economía del mundo, sin guerras ni extremos, es modelo de progreso y compromiso con la democracia liberal. Políticamente, Japón es ejemplo de moderación. El capitán del barco japonés tiene mucho que ver. Abe Shinzo (ha pedido a Occidente que no le llame Shinzo Abe) ha conducido al país hacia el progreso mediante su famosa ‘Abenomics’, la receta contra la recesión; consiste en una mezcla de expansión fiscal, aumento de demanda y competitividad, reformas laborales y búsqueda de acuerdos comerciales. Y para bien o para mal, la ausencia de inmigrantes contribuye a reducir las tensiones políticas y sociales.

Algunos dudan que este renacer japonés sea duradero. Un país sin jóvenes que sufre de baja demanda y decreciente producción promete ser insostenible a largo plazo. Su creciente déficit y alto nivel de vida quizás no aguanten muchos años, y el gasto en proyectos públicos genera prosperidad y endeudamiento por partes iguales. La primera señal de crisis se empieza a asomar, con el anuncio de Abe de un inminente aumento de impuestos, que ya le ha causado fracturas en su propio partido.

Pero Abe es hábil, y balancea la oposición interna jugando el juego de la geopolítica. Por el lado comercial, el papel de Japón en el gran Acuerdo Transpacífico (TPP) crece tras el retiro de EE.UU. La abdicación del emperador Akihito a favor de su hijo da un respiro generacional al país y es viento a favor de la modernidad. La cumbre con Donald Trump, repleta de protocolos y simbolismos y escasa en sustancia, le dio un respiro simbólico al Primer Ministro, quien hizo alarde de los “lazos inquebrantables” entre los dos países. Los líderes jugaron golf, cenaron con sus esposas, hablaron de comercio y de Corea del Norte y evitaron los titulares negativos. Tras la cumbre, Abe anunció su visita a Irán, como mediador para un posible diálogo entre Washington y Teherán. Son riesgosas sus intervenciones en política mundial, pero indispensables si Japón va a reclamar su espacio en la mesa de los grandes.

Para América Latina, un Japón fuerte es buena noticia. La región es el cuarto destino de inversión japonesa y las economías son altamente complementarias. La exportación de productos de valor agregado y la importación de recursos naturales y minerales dan para una relación dinámica. Son socios en proyectos de desarrollo e innovación, en infraestructura y logística, y una oportunidad de mercado aprovechable. Además, los japoneses se destacan por un manejo prudente de su política y su economía, son devotos de los acuerdos comerciales y políticos, y adversos a intervenciones militares. No es poca cosa estar del lado de los moderados en un mundo de extremos y vaivenes.

Sigue en Twitter @Muni_Jensen