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Adultos responsables

Las reuniones sostenidas en los últimos días en medio de una ola pavorosa de calor en la capital americana y mientras en Alemania las inundaciones causaron una tragedia humanitaria, incluyeron las discusiones sobre medidas para aliviar el cambio climático, la política frente a Afganistán, y los ciberataques.

16 de julio de 2021 Por: Muni Jensen

Esta semana, Joe Biden y la canciller Ángela Merkel se reunieron en la Casa Blanca. Para el Presidente de Estados Unidos fue la primera visita oficial de un mandatario europeo y para Merkel, un último viaje a Washington antes de su retiro. La Canciller lleva dieciséis años en su cargo, y ha visto pasar a cuatro presidentes de EE.UU, cada uno más distinto al otro. Su visita de despedida estuvo cargada de temas gordos y objetivos ambiciosos. El mejor resumen de la agenda lo pronunció el propio Biden en la rueda de prensa de clausura: “Los buenos amigos a veces no están de acuerdo”. Fue una manera magistral de presentar un frente unido sin coincidir en todo.

Las reuniones sostenidas en los últimos días en medio de una ola pavorosa de calor en la capital americana y mientras en Alemania las inundaciones causaron una tragedia humanitaria, incluyeron las discusiones sobre medidas para aliviar el cambio climático, la política frente a Afganistán, y los ciberataques. También conversaron sobre cómo liberar los bloqueos de viaje por covid de los europeos a Estados Unidos. Otro tema sensible para Merkel, cuyo principal socio comercial es China, fue cómo dar frente a la deplorable situación de derechos humanos en ese país. Sobre esa conversación, poco salió a la luz pública.

Al final del viaje se lanzó la ‘Declaración de Washington’, un compromiso explícito de promover paz, seguridad y prosperidad alrededor del mundo. Aunque grandioso y gaseoso, el acuerdo refleja el resultado de conversaciones serias sobre geopolítica entre dos líderes curtidos con la experiencia y testigos de primera línea de las amenazas de las últimas décadas. Ante todo, subraya la necesidad de mantener un diálogo permanente frente a múltiples amenazas externas. Todo esto para tratar de suavizar lo que fueron cuatro años de tensión y animosidad entre los líderes europeos y Donald Trump, en el cual el expresidente partió cobijas con la Otan, mantuvo tensas relaciones comerciales y la dejó con la mano estirada en la rueda de prensa anterior.

Pero sin duda el plato fuerte de las conversaciones, y también el más polémico, fue la controversia alrededor de Nord Stream 2, un gran gasoducto conjunto desde de Rusia hasta Alemania. Para muchos, esta alianza empodera a Rusia y le permite utilizar su suministro energético como ficha de intercambio y amenaza a Ucrania y a Occidente. Merkel, siempre pragmática, sostuvo que el negocio se trata de una operación comercial que no debe discutirse con tinte político. El proyecto estará listo al final del año a pesar de las críticas.

La cumbre remató con un encuentro con los medios y una elegante cena en el salón de baile de la Casa Blanca con altos funcionaros de ambos países.

Lo que sucedió en la capital de Estados Unidos esta semana no causó grandes turbulencias ni titulares. Las conversaciones fueron civilizadas, relevantes y pausadas, sostenidas con equipos competentes y en un tono amigables, propio de jefes de Estado y de Gobierno que conocen su oficio y entienden la importancia no solo de tratar los temas a fondo, sino del carácter simbólico de la cita.

Ángela Merkel ha sido un pilar de estabilidad para Europa en sus momentos más turbulentos. Fue quien mantuvo la unión tras la crisis de 2008, y que logró, con su estilo sencillo, convertirse en una de las figuras más importantes de la política moderna. Con sus vestimentas prácticas, y su sonrisa fugaz, permanece como un ejemplo de mujer poderosa, negociadora aguda y contraparte formidable. Es difícil pensar quién pueda reemplazarla en Alemania, y casi imposible que alguien tenga su alcance y firmeza ante la Unión Europea. Su foto de despedida de Washington, con el experimentado Biden a su lado, refleja también el fin de una era que, y deja una sensación de incertidumbre frente a los enormes retos políticos y de seguridad que enfrenta Occidente.
Sigue en Twitter @Muni_Jensen