El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Visitantes de paz

Siempre me he preguntado por qué Colombia es un país tan violento y nuestros vecinos no lo son. Empiezo a entender que el odio interno nos hace así. Nos ha vendido la idea en extremos, en rojo o en azul, en derecha o en izquierda, pero no nos hablan de lo que hay en la mitad, siempre los extremos.

30 de octubre de 2017 Por: Miky Calero

Vinieron de visita a Cali unos monjes tailandeses con un mensaje de paz, por iniciativa de un grupo de personas que promueven un intercambio cultural y espiritual llamado mundialmente ‘Peace Revolution’, o revolución de paz. Ellos estimulan la meditación para lograr esas respuestas necesarias y encontrar la paz tan esquiva para los colombianos.

“¿Por qué Colombia?”, le pregunto a uno de ellos. Con sus hablar reflexivo y pausado me contestó: “Ustedes necesitan dejar de odiarse y de buscar a los culpables afuera”. Hay que perdonarse primero a sí mismos para poder perdonar a otros, y hay que continuar buscando la paz dentro de cada uno para que se pueda entregar paz hacia afuera”. He leído muchas veces que la felicidad está dentro, pero oírlo de este ser de paz con su voz tranquila y mirada transparente me caló y hondo. Triste, nos pasamos la vida esperando que la felicidad venga de otros o de la plata que podamos acumular y en un santiamén se fue. ¡Se fue la vida en esta tierra!

Siempre me he preguntado por qué Colombia es un país tan violento y nuestros vecinos no lo son. Empiezo a entender que el odio interno nos hace así. Nos ha vendido la idea en extremos, en rojo o en azul, en derecha o en izquierda, pero no nos hablan de lo que hay en la mitad, siempre los extremos. Nos hemos acostumbrado durante tanto tiempo a ver como enemigos a los que no piensan igual, que es como si no existieran la variedad y las diferencias.

La vida así sería muy monótona, pero no nos lo han enseñado y no lo estamos haciendo con nuestros hijos porque es primordial respetar esas diferencias. El que ve la vida desde otra óptica no es nuestro enemigo. Allí es donde reside la verdadera paz, ese es el trabajo que tenemos por hacer los colombianos, respetarnos.

Muchas veces es importante aprender a dar el paso al costado para no engancharnos en peleas, no todo el mundo debe convertirse en nuestro ‘nuevo mejor amigo’, obviamente buscamos personas afines a nosotros, personas con las cuales se comparten gustos e ideas. Cada cual se arrima al palo que mejor sombra le da, pero eso no quiere decir, quitarle el palo al otro, ni pensar que mi palo es el único que da la mejor sombra.

Por lo cual siempre serán bienvenidos todos esos seres especiales que nos visitan con sus mensajes y sus deseos de que llegue a nuestra bella tierra la verdadera paz, esa que se construye en el corazón de cada uno de nosotros, la que hace la convivencia armónica y agradable. Que vengan los monjes, los chamanes, los verdaderos misioneros, los seres de luz, los grandes guerreros de la transparencia, a ver si “cesa la horrible noche”, de oscuridad y odio de la que habla nuestro himno.