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Sabaletas del alma

Los Posada, los Casafranco, los Saa, los Madriñan, los buenos Abadía,...

15 de enero de 2011 Por: Miky Calero

Los Posada, los Casafranco, los Saa, los Madriñan, los buenos Abadía, Gonzalo Concha, Elisa Álvarez, todos ellos son testigos de lo que aquí se va a decir ya que ellos, como yo y muchos caleños más, somos y seguiremos siendo hinchas y amantes del majestuoso río Sabaletas. En los 60 y 70 muchas de esas familias construyeron simples pero bellas casas de madera en sus riberas y aprendieron a vivir y disfrutar respetuosamente del propio paraíso, del río más hermoso del planeta. No conozco aguas más transparentes y refrescantes. La profundidad de sus charcos cristalinos, especialmente ‘el charco del aguacate’, donde el viejo Gonza llevaba a sus alumnos a sus primeras inmersiones, no tiene comparación con nada en este globo terráqueo.El Cholo, Toño y Pastor, habitantes del pueblo Sabaletas, durante años no sólo me dejaron usar su choza en el vertiente río Piedras, sino que eran mis alegres bogas. Con ellos aprendí a subir por horas en canoa hasta llegar a Deluka, una de las partes más remotas del río, pescando camarones de río, ‘mojiyas’, para llegar a la choza a disfrutarlos con una buena botella de vino. Eran tiempos en que nadie sentía miedo y éramos totalmente libres para disfrutar de la naturaleza en toda su majestuosidad. Durante mucho tiempo el río Sabaletas se convirtió en el sitio donde buscábamos refugio de la estresante urbe, en medio de esa selva húmeda tropical.En los 80 llegó el narcotráfico al río. El cemento, las enormes antenas parabólicas y ‘los jeskis’ que trajeron los mafiosos, empezaron a acabar con la armonía en la región. Después lo normal, la guerrilla seguida por los paracos y en el 2000 una masacre que dejó una ola de muerte y tristeza en el pueblo, ahuyentando a los turistas, claves para la economía del pueblo. Qué tristeza, la misma historia que se repite por todas partes de la geografía colombiana. Malditos narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares y malditos los políticos que los aprueban. Pero allí no termina la vaina; ahora para allá van las retroexcavadoras en su afán de riqueza. Ante la ceguera y sordera de las entidades competentes. ¿No es suficiente ya con el lamentable caso de Zaragoza en el río Dagua? ¿Cuánto más falta para frenar tanta estupidez? ¿Nunca se podrá parar la ‘cultura traqueta’ que sólo sabe destruir?El fin de semana inmediatamente anterior a la masacre estuvimos con un grupo de amigos disfrutando en el ‘paraíso Sabaletas’. Desde ese macabro día no había querido volver; sólo hasta hace un par de meses lo hice y, para mi sorpresa, encontré a mis queridos amigos savaleteños. La alegría fue grande por saber que seguían vivos, que el turismo poco a poco vuelve y que Sabaletas del alma sigue intacto.P.D. No a las elecciones atípicas en el Valle; no queremos que vuelvan los gobernantes con costumbres traquetas al poder.