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Gracias, coronavirus

‘No hay mal que por bien no venga’, dice el refrán. Cuando llega un virus, es por algo, como cada cosa que pasa en esta vida, tiene su lugar y es parte de un universo que no para.

6 de julio de 2020 Por: Miky Calero

‘No hay mal que por bien no venga’, dice el refrán. Cuando llega un virus, es por algo, como cada cosa que pasa en esta vida, tiene su lugar y es parte de un universo que no para.

Cuando algo empieza a desbalancearse la misma naturaleza se encarga de poner las cosas en su sitio.

Llevamos ya muchos años, sino siglos, de no hacer las cosas bien y abusar de lo que deberíamos estar preservando, somos parte de un ecosistema frágil que requiere cuidado.

Pero no todo es malo, al contrario esta experiencia nos está dando la oportunidad de cambiar para bien. Cambiar las costumbres soberbias de pensarnos los dueños de la tierra y de la vida. Nos enfrenta ante la realidad de que no somos eternos, por lo menos en este cuerpo y que tanto pobres como ricos podemos morir, mejor dicho no podemos comprar vida con plata.

En mi caso esta experiencia me ha hecho intentar bajar la cabeza y saber que en la humildad hay más placer que en la arrogancia. Que estoy aquí en este momento histórico de nuestra especie para servir. Que solo el servicio a otros y el trabajo social en comunidad es lo que tengo que hacer, cada día me convenzo más del placer que hay en hacerlo.

En la comunidad donde vivo gracias a la cuarentena he aprendido a conocer muchos vecinos, por sus nombres y consumir lo que en mi vecindario se ofrece. Me he dado cuenta que hay tantas cosas que producen las personas de aquí, que estamos aprendiendo a consumir lo nuestro. Panes, tortas, pastas, frutas, hortalizas, huevos, etc., etc. Qué delicia recoger la comida de esta noche a dos casas de la mía, preparada por la vecina que le pone todo el amorcito a esos ravioles.

Las cosas están cambiando y tengo mucha fe de que para bien.

Nos tenemos que volver más generosos porque hay mucha gente pasándola mal, así que llegó el momento de compartir los privilegios que podamos tener con otros que los necesiten también. Ya es hora de pensarnos como un todo y dejar la individualidad atrás.

Hice un ejercicio hace un par de semanas y vacié parte del clóset para entregar ropa que yo no necesitaba y que seguramente otros sí. Qué placer no tener que debatirme todas las mañanas en pensar qué ponerme porque la opciones son unas pocas que hacen más fácil la tarea.
Tantas cosas que acumulamos y acumulamos, que seguramente no las van a poder meter en el cajón de despedida.

Así que gracias coronavirus y su cuarentena por mostrarnos la vida simple, que no necesitamos todo lo que el sistema quiere que creamos que si no tenemos no somos felices, gracias por ayudarnos a conectar otra vez con los más próximos, gracias por venir a darnos una lección de ¡verdadera humanidad!