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Vergüenza

Hace unos días me hicieron una encuesta. Llamaron a mi casa diciendo...

18 de abril de 2012 Por: Melba Escobar

Hace unos días me hicieron una encuesta. Llamaron a mi casa diciendo que era de la Alcaldía Mayor de Bogotá. Luego me preguntaron si tenía de Petro una imagen favorable o desfavorable, cuánto le ponía de 1 a 10, siendo 1 la peor nota y 10 la mejor. Me alegró saber que el ‘Doctor Amor’ está haciendo algo distinto a usar su twitter hasta ampollarse los dedos, así ese ‘algo’ sea gastarse el ya menguado presupuesto de la capital en encuestas que evalúan al alcalde cual reina de belleza. Como el encuestador no me explicó los criterios de evaluación, decidí ponerle 1, en parte por su falta de garbo y carisma y, en parte, porque lo único que le había visto hacer al Alcalde antes de enterarme del reinado telefónico que estaba teniendo lugar en la ciudad, eran esas vallas en los paraderos de buses donde le dicen a uno que ame. En mi caso, no creo que ‘amar’ pueda hacer parte de un plan de desarrollo y, en cambio, estoy segura de que esos recursos se necesitan con urgencia en una ciudad en estado comatoso. Sin embargo, creo que la locura de “verse bien”, de manejar un ‘slogan’ y “poner un sello propio” nos tiene a todos un poco enloquecidos en Colombia. ¿Cuándo comenzó? ¿Con ‘Colombia es pasión’? ¿Con la manilla nacionalista impulsada por el gobierno de Uribe? ¿Con el sombrero ‘vueltiao’? ¿Con “el peor riesgo es que te quieras quedar”? ¿Y qué es eso de “la belleza de la mujer colombiana”? ¿“La calidez de nuestras gentes”? Dichos vacíos de patria boba, reboba, que esconde su complejo de inferioridad detrás de expresiones alambicadas y que se reconforta con la noticia de que el presidente Barack Obama pasó dos noches en la ciudad de Cartagena, como si eso milagrosamente mejorara las condiciones del TLC para Colombia o tuviera algún otro efecto milagroso sobre nuestra realidad. Y es que la fiebre de gobernar con el espejito enfrente no es sólo de Petro. Para don Juan Manuel, quien apareció, como buen monarca, en varios de los actos de la Cumbre con su descendencia e incluso mandó a su hijo, el príncipe Martín, a buscar a Obama al aeropuerto, la imagen es quizá lo primero. Si no es así, por qué Tutina era una falsa imitación de Kate Middleton añosa, mientras don Juan Manuel mostraba su inglés fluido y dejaba que su sonrisa de medio lado acompañara sus declaraciones, no carentes de perlas, como cuando dijo que “uno no se vuelve rico si está rodeado de pobres” o “la desigualdad en Colombia me da vergüenza”. Tanta vergüenza le da a don Juan Manuel, que mandó a esconder a los pobres para la Cumbre. La desigualdad, por cierto, esa que tanta vergüenza le produce a nuestro Presidente, ha disminuido en todo el hemisferio, menos en Colombia, donde sigue en aumento. Somos el segundo país con mayor desigualdad de la región, después de Haití, pero lo que nos da vergüenza es ‘vernos’ pobres. La idea de ser lo que no somos nos hace sentir mejor y si no podemos serlo, entonces al menos aparentarlo. Algo similar pasó con Aníbal Gaviria, quien tuvo una patética discusión con un reportero de El País de España, pues el reportaje publicado en el diario de mayor circulación en castellano “le hacía daño a la imagen de Medellín”. ¿Perdón? ¿Muestran a unos niños sicarios que matan por cinco mil pesos y la preocupación de nuestros mandatarios es “la imagen” que eso genera afuera? Vergüenza, señores, debería darles su cinismo, indolencia y frivolidad. @melbaes