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¿Noticias o falsos positivos?

Durante semanas, el país siguió la salud de Dora Lilia Gálvez, la...

21 de diciembre de 2016 Por: Melba Escobar

Durante semanas, el país siguió la salud de Dora Lilia Gálvez, la mujer de 44 años que murió en Buga, Valle, “violada, empalada y quemada”, dijo el diario El Espectador. “Otro lamentable caso que nos recuerda el ocurrido a Rosa Elvira Cely en Bogotá”, recordó Caracol Tv. “Aparte del abuso hubo empalamiento, le quemaron su cuerpo, le hicieron oprobios y le dieron a comer materia fecal, orina”, aseguró Franci Elena Gálvez, hermana de la víctima para Kienyke. Al respecto, la hermana de la fallecida declara “el hombre como que se obsesionó con ella porque hasta le robó su ropa interior”, dijo a El Tiempo. Según personal médico del hospital, permaneció bajo un coma inducido debido a que tuvo daños cerebrales y a que la agresión le produjo afectaciones en un pulmón que la llevó a tener seis cirugías. El País citó a la directora de fiscalías seccional Valle, Martha Janeth Mancera, quien dijo que “este es uno de los casos más aberrantes registrados en la región. Un equipo especial, liderado por una fiscal de violencia de género, investiga el ataque”.  La noticia se reprodujo por todas partes. Durante veinticuatro días el tema se volvió tendencia y de ahí en adelante cada medio lo repitió, lo expandió, volvió sobre él una y otra vez, a veces con saña, otras con reflexiones sobre “nuestra cultura”, “nuestra sociedad”, el feminicidio, la tradición machista, y otra vez un dato, una anécdota, una entrevista, un testimonio, y así hasta la saciedad mientras se iba exprimiendo la misma foto, los mismos horrores repitiéndose una y otra vez como si fuesen un mantra. Por 24 días el caso y el rostro de la mujer ocuparon espacio en todos los tabloides y en las pantallas de los televisores, pero también en las conversaciones de peluquería, de oficina y de reuniones sociales. ¿Qué hace que algunos casos se vuelvan virales? De cualquier modo los feminicidios son un tema, además de doloroso y real, contagioso y expansivo. El peligro de esas noticias que se riegan como la gangrena es que algunas pueden no ser ciertas o no estar en absoluto verificadas, pues la urgencia de la chiva le gana a cualquier rigor periodístico, y una vez un medio la reproduce los demás le siguen, como corderos. El 30 de noviembre Dora Lilia Gálvez falleció. El 14 de diciembre varios medios difundieron la comunicación de Medicina Legal, según la cual la mujer murió por causas naturales debido a un aneurisma. Fue por eso, y no porque hubiera sido “empalada, violada, quemada, torturada”, que no tuvo control de esfínteres y que se golpeó (no la golpearon) en su cuerpo y en su cabeza. De un momento a otro nadie habla del tema. Dora Lilia Gálvez tuvo una muerte natural, fin del comunicado. ¿Y la noticia de cómo construimos historias macabras para hacerlas crecer y reproducirse? ¿No hablamos del tema porque no vende? ¿No estamos aquí frente a un falso positivo periodístico? ¿Y eso lo dejamos pasar? ¿Acaso ya estamos bastante ocupados con otra noticia que nos obsesiona? La historia y su ruido por semanas me impresionó casi tanto como el silencio en que nos hemos sumido ahora, luego del parte final. ¿De dónde salieron estos abusadores, de dónde la versión de médicos, gobernantes, familia, Fiscalía, juzgados? ¿Alguien regula este tipo de ‘errores’? El mecanismo es el de la ficción. Igual. Las verdades se construyen, el punto es conseguir que los espectadores se las crean para que la sigan haciendo rodar, como una bola de nieve, cuyo origen al final ya nadie recuerda. Sigue en Twitter @melbaes