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Los ríos profundos

Pasaron siglos antes que los costeños del Pacífico pudiéramos tener una música...

22 de enero de 2015 Por: Medardo Arias Satizábal

Pasaron siglos antes que los costeños del Pacífico pudiéramos tener una música propia para bailar, en el contexto urbano. Los bailes del marimba, como otro día ocurrió en los barracones de esclavos en Cuba, estuvieron confinados en los espacios cerrados de las minas, de los veneros, de las haciendas cañeras, de las fiestas patronales, pero no configuraban la música de las poblaciones más grandes del litoral -Quibdó, Tumaco, Buenaventura- donde ya a mediados del Siglo XX se contaba con un conglomerado obrero que emulaba, o escuchaba, de lejos, los ecos de la modernidad y el cosmopolitismo.El currulao, el bambuco viejo, la juga, el alabao, la jota, el abosao, los arrullos, eran “el folclor”, la ceremonia de carnaval, el rito de clausuras escolares. En 1965, Enrique Urbano Tenorio, Peregoyo, prendió fiesta con su primer acetato, al que bautizó ‘Descarga Vacaná’, con una orquesta integrada por músicos que no interpretaban, tradicionalmente, ‘folclor’, sino, mayoritariamente, música cubana. El nombre del grupo, ‘Combo Vacaná’, no hacía alusión a bacanales ni asuntos parecidos, sino que era la sigla de ‘Valle, Cauca y Nariño’. Dado que los homenajes al Chocó son múltiples en esa primera producción -véase el tema ‘Maximina’- quizá el nombre más adecuado para la orquesta, hubiera sido ‘Vacanacho’. La importancia de Peregoyo en la música del Pacífico, está representada en ese hecho explícito de sacar los cantos del monte, los currulaos que resonaban por todo el litoral como tradición oral, para llevarlos a composiciones orquestales que permitieron el conocimiento de esta música en el interior del país y el exterior. A la manera de Ignacio Piñeiro en Cuba, quien sacó el son de los solares y los barracones para llevarlo a los salones de baile de La Habana, Peregoyo dio parte de un mundo musical inexplorado, y lo hizo de la mano de Cuba y Puerto Rico. La base rítmica de su ‘Descarga Vacaná’, es la misma de La Tribu del Beny Moré, y ‘Ola de agua’ es una bomba de Mon Rivera; así, el tema ‘Caravana’, donde Peregoyo hace una magistral interpretación de saxo, pertenece al trombonista puertorriqueño Juan Tizol Martínez.Hago esta introducción para decir que sin Germán Patiño, la música del Pacífico colombiano continuaría hoy encerrada en las aldeas ribereñas y consignada a la audacia musical de Peregoyo, quien solo tenía un antecedente en los estudios de grabación: el sencillo del tumaqueño ‘Caballito’ Garcés, quien puso a bailar a los colombianos a inicios de los 60 con ‘Mi canalete’ y ‘La muy indigna’.Germán entendía bien a Colombia, su mestizaje, y desde los cargos de poder que la vida le permitió, hizo la tarea que se había propuesto. Hombre culto, llamaba a veces para recomendar un libro, o para certificar que uno recordaba bien algún pasaje de Quincas Berro Dagua, Capitán de Altura, aquel personaje que Jorge Amado introdujo en uno de sus cuentos para hacernos reír eternamente. Siempre sabía hacia dónde iban los procesos culturales. Siendo gerente cultural del Valle del Cauca, invitó al pintor Carlos Jacanamijoy Tisoy y le abrió una exposición en un salón de la gobernación. “Cómprale un cuadrito”, me dijo; le pregunté quién era el artista, y me respondió: “Es un indígena que pinta el viento…”. Me detuve delante de sus obras, y efectivamente, veía ahí un remolino de hojas que parecían venir del centro de la tierra. Cada cuadro tenía un valor de sesenta mil pesos; yo, infortunadamente, no los tenía.La cosecha de Germán puede medirse hoy en Bahía, Choquibtown, Herencia de Timbiquí, Socavón, Canalón y tantos otros. El Pacífico existe, musicalmente, y él fue su tío Guachupecito.

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