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La estrella del mar

Es la patrona de la Armada Española y su reinado, cada 16 de julio, es celebrado con gran pompa también en Puerto Rico, Costa Rica, Bolivia y Colombia, entre otras naciones.

21 de julio de 2021 Por: Medardo Arias Satizábal

Un 16 de julio de hace muchos años desperté en un pequeño hotel de El Grove, en Pontevedra, sacudido por lo que parecían cañonazos. Las paredes del lugar temblaban y las camas corrían como llevadas por un terremoto. Abrí la ventana que daba al mar y me encontré con uno de los espectáculos más inolvidables de la vida: en la cubierta de un barco pesquero, entre el humo de cohetes -ese era el origen de las explosiones- iba la Virgen del Carmen, escoltada por una flota atunera en la que se confundían las fanfarrias de una fiesta religiosa.

Era la celebración de la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores, reina del mar, la Jemanjá del catolicismo; salimos al malecón en compañía de estudiantes -entonces era profesor del Colegio de España de Salamanca- a disfrutar en esa hora temprana de una celebración única que también tiene lugar en La Coruña, Málaga, Santa Cruz de Tenerife y Sanlúcar de Barrameda, entre otros lugares de veneración.

Es la patrona de la Armada Española y su reinado, cada 16 de julio, es celebrado con gran pompa también en Puerto Rico, Costa Rica, Bolivia y Colombia, entre otras naciones. Aquí no solo ampara a los pescadores, sino que es la patrona de los taxistas. En Perú se le reconoce como ‘Patrona del criollismo’ y ‘Alcaldesa Perpetua de Lima’ y en Venezuela fue patrona del ejército y también de los chóferes. No sabemos hoy.

Cuando José de San Martín se metió en la empresa de liderar la independencia de Argentina, Chile y Perú, al frente de sus tropas iba la bandera con la imagen de la Virgen del Carmen, a cuya fe se atuvo.

El origen de este fervor está radicado en el Monte Carmelo, cerca del puerto de Haifa, en Israel. Ahí se retiraron a vivir los ermitaños inspirados por el profeta Elías. El Monte Carmelo es reconocido como el jardín de Israel; ‘Karmel’ o ‘Al-Karem’, traduce jardín. Aseguran que ahí, el 16 de julio de 1251 la virgen se apareció al santo Simon Stock, superior de la Orden Carmelita, a quien entregó un escapulario y le prometió liberar del purgatorio y llevar al cielo a todos los que lo portaran. En 1587 esta veneración recibió certificación papal.

Pero, quizá una de las festividades mayores se lleva a cabo en las rías bajas de Vigo, en Galicia. Y claro, también en Buenaventura, donde uno de los templos más viejos de Colombia, el de la Virgen del Carmen, se erige frente al muelle de goletas y balandras del mercado de Pueblo Nuevo. Una de las primeras visiones del puerto de la Buenaventura, la tenían los mareños, los migrantes de los ríos que buscaban llegar ahí como a Mandalay. Esas dos cúpulas tiznadas por la marisma se levantaban invictas en la distancia, para decirle a los marinos, a los recién llegados de Cajambre, Yurumanguí, el Naya, Timbiquí, Tumaco, Guapi, que esta era la Némesis donde se ahumaba pescado entre babilónicas plataneras e indígenas Wuananas llegados de Taparal y Palestina.

En este templo de El Carmen, como se le llama familiarmente, realizó una de sus mayores tareas evangelizadoras el inolvidable obispo Gerardo Valencia Cano. Ahí, de acuerdo al Concilio Vaticano II, llevó por primera vez las marimbas, los cantos de boga. Cuando culmina la fiesta patronal de Buenaventura, cada 14 de julio -también fiesta nacional en Francia- empieza dos días después el jolgorio de la Virgen del Carmen, a quien se reconoce como ‘Stella Maris’, o Estrella de los Mares.

La comunidad carmelita del mundo ha mantenido por varios siglos casas de albergue para marinos sin barco por el mundo. En los principales puertos existe el hostal de acogida ‘Stella Maris’; si un barco zarpa y el marino por alguna circunstancia se queda en tierra o demora su búsqueda de un nuevo navío, los sacerdotes del ‘Stella Maris’ obran como el Ejército de Salvación de Estados Unidos. Proporcionan lecho y comida caliente a quien toca a su puerta. Así que la Virgen del Carmen es también la ‘Stella Matutina’, la estrella de la mañana que devuelve la fe a los navegantes.

Santa Teresa de Jesús, la Doctora de Ávila, y el poeta San Juan de la Cruz, fueron carmelitas. La santa, cuya tumba reposa hoy en Alba de Tormes, escribió ‘El libro de la vida’ y ‘Las moradas del castillo interior’; una de sus sentencias más célebres dice: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta…”. San Juan de la Cruz se regocijaba en la naturaleza con versos que hoy se repiten por el mundo: “La noche sosegada, en par de los levantes de la aurora, la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora. Detente, cierzo muerto, ven austro, que recuerdas los amores, aspira por mi huerto, y corran sus olores y pacerá el Amado entre las flores…”

En el Siglo XVI se creó en la orden una vertiente más austera, dentro de la ‘antigua observancia’, conocida como Carmelitas Descalzos.
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