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Huelga de regalos

Este año no daré regalos por dos razones: estoy pelado, y aparte...

22 de diciembre de 2011 Por: Medardo Arias Satizábal

Este año no daré regalos por dos razones: estoy pelado, y aparte de eso llevo varios años repartiendo regalos a una pila de gente, y nunca recibo ni siquiera un pito o un caramelo de leche.Acostumbraba a guardar el papel regalo de los pocos obsequios que he recibido en vida, así como la cinta que los envolvía. Pero ya ni eso; se acabó hasta el papel de reciclar.Leí a fondo ‘Las Siete Leyes Espirituales del Éxito’, de Deepak Chopra, sabio libro en el cual afirma que entre más des, más recibes. El médico indio dice que el cuento del éxito es fácil. Sólo se trata de salir por la calle a dar, todos los días; no dice qué exactamente, pero dar… al celador, al que pasa con el canasto de buñuelos, a la vendedora de aguacates, al cura de la parroquia, a todo el mundo. Ocurre, dice Chopra, que esto es de sentido común y no requiere entender leyes físicas. En breve, empezarás a recibir, a montones; verás cómo se acrecen tus arcas y desde el cielo te llueven bendiciones hasta cuando no las pides.Llevo varios años en esta práctica, pero el resultado ha sido más bien parco. Salgo loco de contento, con mi cargamento para la ciudad, y le sonrío al loco que me voltea los ojos y me dice “patrón, usted es un bacán” –claro le he dado en varias ocasiones para “la bandeja”- y a la de los aguacates le pago dos en vez de uno, y hago lo propio con el paisa marinillo del pandebono. La verdad, sin paja, he visto cómo, sin saberlo, aparecen a veces dos, tres aguacates más para el sancocho, y me pregunto interiormente, ¿quién trajo estos aguacates?, y he asistido en vivo y en directo a la multiplicación de los pandebonos, cuando creía, píamente, que estos acabarían ante el yantar mañanero de numerosa familia.Hace tiempo no me preocupo por vestido o alimento; sobre todo desde que leí en la Biblia que uno no debe preocuparse por estas vainas, porque siempre las tienes. Dice, más o menos, que si Dios es capaz de vestir a las flores del campo con unos colores que envidiaría el Rey Salomón, y si pone diariamente alimento en el pico de las aves, qué no puede hacer por nosotros, la especie humana, los verdaderos “bacanes”.Si por mí fuera, hace tiempo se hubiera quebrado el mundo. Desde hace años no compro nada que no necesite, no uso tarjetas de crédito, no consumo, no bebo, no fumo, no compro gasolina –mi carro se mueve con hidrógeno y aceite de palma- y no compro libros ni música porque creo que cuando cierre el ojo- y el día esté lejano- no habré leído todos los que me esperan con sus lomos relucientes, ni escuchado toda la música sacra arrumada junto a la radiola desde la última derrota goda.A mi manera, soy un indignado silencioso, alguien que decidió vivir sólo de lo que Dios envía cada día. Él es el que pone más aguacates en la mesa y multiplica el pandebono cuando creemos que se acabó el tinto.Estoy pues en huelga de regalos. O sea, este año, espero que me regalen, que al fin se pongan al día conmigo los que me han despachado con la agenda y el calendario Pielroja.El Almanaque Bristol dice que el 2012 será un año que traerá fortuna en abundancia para los nacidos bajo el signo de Géminis -¡el mío!- así que, desde ya, a nueve días del fin del año, tengo el canasto abierto; recibo anchetas, navajas suizas, varas de pescar, ungüento indio –no me puede faltar- boxers de tela, 100% algodón, medias de caña alta, de esas que impiden ver el noble pedazo de pierna poética, helado Haagen Daz de coco y piña, y un rebanador de huevos duros para sanduches urgentes después de la media noche. ¡Ah, también billetera nueva, por los augurios del 2012!

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