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El último hombre

Si nos atenemos a la idea que la raza humana sobrevivirá, en un año tendremos ya novelas, cuentos, películas acerca de esta pandemia que traza hoy un guion natural a los creadores.

18 de marzo de 2020 Por: Medardo Arias Satizábal

Si nos atenemos a la idea que la raza humana sobrevivirá, en un año tendremos ya novelas, cuentos, películas acerca de esta pandemia que traza hoy un guion natural a los creadores.

Sin embargo, la ficción acerca de pestes devastadoras, ha estado siempre en la imaginación de los artistas. Hoy se habla mucho de La Peste, de Albert Camus, la historia que transcurre en Orán, Argelia, y que describe un mundo parecido al de hoy.

De todo lo que se ha escrito, no obstante, lo más revelador -conmovedor también- tiene que ver con la historia escrita por Mary Shelley, ‘El último hombre’, en 1826, en la cual predice que el fin de la humanidad llegará en el Siglo XXI, por culpa de “una enfermedad mortal y desconocida”. Esa revelación, aseguró ella, la tuvo durante un viaje a Italia, donde, en una cueva cerca de Nápoles, la arúspice Sibila de Cumas le reveló dicho acontecimiento basada en su conocimiento de la mitología griega.

El viaje de la Shelley ocurrió en 1818 y su novela fue juzgada en su tiempo como ‘repugnante’, por escenas donde se describe una explícita crueldad. Ella sostuvo siempre que dentro de la cueva encontró esas escrituras proféticas en distintas lenguas, y todas apuntaban hacia el Siglo XXI, lo que le dio base para escribir ‘El último hombre’. Los tres volúmenes de la obra desaparecieron por mucho tiempo, hasta que fueron reeditados en 1965.

Pero en este mundo literario de ‘acertadas predicciones’, compiten también ‘Némesis’ de Philip Roth, el ‘Diario del año de la peste’, de Daniel Defoe, ‘La danza de la muerte’, de Stephen King y hasta ‘Ensayo sobre la ceguera’, de José Saramago.

Se habla poco hoy de ‘La peste escarlata’ de Jack London y muchos parecen haber olvidado las revelaciones de Giovanni Bocaccio en ‘Decamerón’ donde la protagonista es también la Peste Bubónica, también conocida como Peste Negra, la misma que devastó un tercio de la población de Europa en el Siglo XIV.

Por estos días se viralizan en las redes fragmentos de García Márquez donde describe, por ejemplo, La Peste del Insomnio que asoló Macondo, o apartes iluminados de ‘El amor en los tiempos del cólera’, con aquel barco que no podía arrimar a ningún puerto porque llevaba izada en su popa la bandera amarilla de la peste. Los grandes cruceros varados en el mar, sin brújula y si puerto, nos dan hoy una dimensión real, lejos de la fantasía, de lo que puede pasar con embarcaciones en cuyos camarotes se solaza la muerte.

Pero, con esta retrospectiva literaria, otro autor poco frecuentado por las redes incultas, es Thomas Mann, el autor alemán de ‘La montaña mágica’ y ‘Los Buddenbrook’, quien describió en su fantástica novela ‘Muerte en Venecia’, una historia de amor entre una ciudad desolada por el miedo.

La peste recorre las calles de Venecia como un monje de carnaval, con pico de cuervo. Nadie ve su cara pero asesta guadañazos bajo los canales, en los muelles, en los pasillos desolados de un hotel donde Aschenbach y el joven Tadzio ven pasar góndolas funerales.
Como complemento magistral de esta novela clásica, Luchino Visconti se inspiró en la misma para hacer una película en la que -rara avis- el cine se parece a la literatura.

El tema apocalíptico es muy visitado por Hollywood. Esos mundos devastados donde no quedan pizzerías, donde no se ve el mar y las calles son recorridas por parejas cenicientas que se aferran al recuerdo de un planeta que ya no es, abunda en el registro de los últimos 30 años.

En lo que respecta a mi novela ‘El chachachá del diluvio’, trama en la que se reedita el aguacero de cuarenta días y cuarenta noches en los tiempos modernos, recibí ya propuesta para ser llevada al cine. Nunca el celuloide puede captar la hondura del texto literario, pero veré qué puede pasar. La compañía Delirio la llevó a una ópera salsa que acaba de culminar con éxito después de dos temporadas.

Sigue en Twitter @cabomarzo

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