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USA vs. China. ¿Y nosotros qué?

Mientras en Colombia seguimos estancados en debates promovidos por sectores que insisten en ponerle trabas al proceso de Paz y mantener una polarización que, como dijo el gerente del Banco de la República...

2 de junio de 2019 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Mientras en Colombia seguimos estancados en debates promovidos por sectores que insisten en ponerle trabas al proceso de Paz y mantener una polarización que, como dijo el gerente del Banco de la República, ya está perjudicando la economía, el mundo sigue girando con movimientos que nos pueden hacer mucho daño si nos descuidamos.

Uno de estos es la guerra comercial entre Trump y China que ha venido escalando hasta niveles que amenazan alterar toda la estructura del comercio internacional e inclusive volver a dividir el mundo como en las épocas de la cortina de hierro, pero ahora peor porque serían barreras tecnológicas y comerciales. Nosotros somos observadores marginales en esa guerra de gigantes, pero como dice el proverbio africano “cuando dos elefantes se pelean quien más sufre es la hierba que pisan”.

La guerra comercial se está intensificando. La empezó Trump imponiendo aranceles a un grupo limitado de productos chinos; reviró Pekín haciendo lo mismo y ya va en US$200.000 millones de productos chinos sujetos a aranceles del 25%. En otro frente se prohibió la venta de tecnología gringa a la gigante de telecomunicaciones Huawei, y ya China respondió creando una lista negra de empresas que “dañan gravemente los derechos e intereses legítimos de las compañías chinas”.

Toda esa pelea nos afecta por dos canales, el comercial y el financiero. China es nuestro segundo socio comercial después de Estados Unidos, pero es el país con el que tenemos el mayor desbalance comercial pues le exportamos US$4.000 millones e importamos US$10.000 millones, con el agravante de que el 90% de las exportaciones son hidrocarburos.

La restricción de las ventas chinas a EE.UU. disminuirá el crecimiento de China y la obligará a buscar nuevos mercados para sus productos, todo lo cual llevará a que crezca nuestro déficit comercial con ese país. Lo primero porque disminuirá la demanda china de materias primas, incluido el petróleo, y lo segundo porque las empresas chinas son expertas en bajar precios y hacer dumping para aumentar sus ventas, de manera que ahora nos inundaremos de los productos que no puedan vender en otras partes.

De otra parte, para compensar a los agricultores gringos por los aranceles chinos, Trump acaba de otorgarles nuevos subsidios por US$16.000 millones, lo que puede facilitarles las exportaciones a otros países, como Colombia en el caso de la soya y el trigo.

Un daño colateral de la guerra es que como la subida de aranceles a China no le ha funcionado a Trump para reducir el enorme déficit comercial de su país, pues muchos productos chinos están siendo reemplazados por mexicanos, entonces decidió imponer un arancel del 5% a todas las importaciones desde México, con la disculpa de castigarlo por no parar a los migrantes centroamericanos. Esto también puede incrementar nuestro déficit comercial con el país azteca que ya suma US$2.000 millones.

El análisis de las consecuencias financieras de la guerra comercial tendrá que esperar para otra columna. Por ahora baste decir que la incertidumbre y el nerviosismo de los mercados por esta guerra ha llevado a grandes salidas de capital de los países emergentes. En lo corrido del año se estima que han salido US$116.000 millones, lo que está afectando los precios de las acciones en esos países y devaluando sus monedas. Ese impacto ya lo estamos sintiendo en Colombia.

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