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¿Qué pasa con el dólar?

Las fluctuaciones del dólar siguen siendo un dolor de cabeza para quienes tienen que hacer transacciones en esa moneda. Las de corto plazo afectan a todo el mundo, compradores y vendedores de la divisa, mientras que la tendencia de mediano plazo es motivo de preocupación para los exportadores y de complacencia para los importadores.

5 de marzo de 2017 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Las fluctuaciones del dólar siguen siendo un dolor de cabeza para quienes tienen que hacer transacciones en esa moneda. Las de corto plazo afectan a todo el mundo, compradores y vendedores de la divisa, mientras que la tendencia de mediano plazo es motivo de preocupación para los exportadores y de complacencia para los importadores.

Solo en los dos meses que van de ese año el precio del dólar primero bajó de $3.000 a $2.850, para después recuperarse y cerrar esta semana a $2.977. No hay quien pueda predecir esos brincos –de cerca del 5% en unas semanas- aunque, como es tan fácil ser inteligente para atrás, después de que han pasado abundan las explicaciones.

Que el precio del petróleo se movió, que Trump amenazó a México, que subió o bajó el desempleo en Estados Unidos, que el Federal Reserve pospuso su aumento de tasas, que el Banco de la República empezó a bajar las suyas; son algunas de las explicaciones que salen a dar los gurús del mercado, siempre a posteriori, que así se parecen a los economistas tan expertos en predecir el pasado. Y también en eso se equivocan.

La volatilidad de la tasa de cambio ha sido enorme. En febrero, hace un año, en menos de un mes el dólar se desplomó de $3.435 a $3,135 -es decir una revaluación de 8.8%-, y después, a principios de mayo pasado cuando había caído a un mínimo de $2.851. brincó en 32 días a $3.118, es decir una devaluación de 9.1%. El gráfico de la TRM parece un electrocardiograma de un paciente con severa arritmia cardiaca.

Sin embargo, en medio de tamaña volatilidad, la tendencia del último año ha sido hacia la revaluación. Hasta antes de la recuperación de las pasadas tres semanas, el precio del dólar había caído $500 desde el punto máximo alcanzado un año antes, lo que significa una revaluación del 20%.

¿Cómo explicar esta revaluación cuando el desequilibrio externo sigue siendo enorme? En el 2016 la balanza comercial fue deficitaria en USD 12.000 millones, es decir que seguimos comprando en el exterior mucho más de lo que exportamos, y la balanza de pagos muestra un saldo en rojo equivalente a cerca del 5% del PIB. Es cierto que ha habido una reducción de estos déficits, pero ha sido sobre todo por una caída de las importaciones porque las exportaciones siguen sin levantar cabeza: sin contar el oro, las exportaciones no tradicionales cayeron 6.3% el año pasado.

Entre las múltiples razones que pueden explicar la revaluación hay que mencionar dos: los flujos de capitales, lícitos e ilícitos, y las señales que dan las autoridades económicas.

Los ingresos de capitales extranjeros el año pasado ascendieron a USD 14.000 millones, de los cuales las dos terceras partes aumentan la vulnerabilidad externa del país: los 3.000 millones de la cuestionada venta de Isagén que en el futuro generará salidas más grandes de dólares, y otros 5.900 millones de capitales golondrina que en cualquier momento vuelven a volar hacia fuera.

Por el lado de las autoridades, el gobierno sigue incentivando entradas de capitales como las mencionadas, y el Banco de la República ha dado la señal de que está dispuesto a ponerle techo al precio del dólar pero no piso, pues cuando el precio del dólar iba disparado para arriba, el Banco decidió intervenir en el mercado vendiendo dólares para frenar la subida, pero cuando se desplomó se quedó quieto. Parece que no hubieran aprendido de los enormes perjuicios que causa la revaluación.

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