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Inflación mundial de costos

Es un hecho que se está dando un incremento de los precios de muchos bienes y servicios. En Estados Unidos el IPC registró en mayo un aumento anual de 5%, mientras que en la zona euro subió de 0.9% a 1.9%, pero en Japón sigue cercana a 0%, en los llamados mercados emergentes ha subido a 4.5%

11 de julio de 2021 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Vuelven a aparecer las nubes negras de la inflación en la economía mundial, sobre todo en Estados Unidos, y con ellas los llamados de algunos alarmistas a los bancos centrales para que aprieten las clavijas de la política monetaria y “enfríen” las economías porque la recuperación de la pandemia va muy rápida ¿Tienen razón, o es solo una herencia de teorías trasnochadas?

Es un hecho que se está dando un incremento de los precios de muchos bienes y servicios. En Estados Unidos el IPC registró en mayo un aumento anual de 5%, mientras que en la zona euro subió de 0.9% a 1.9%, pero en Japón sigue cercana a 0%, en los llamados mercados emergentes ha subido a 4.5%

¿Qué está jalonando esta subida de precios ¿es un choque temporal o una tendencia duradera? Son las preguntas que deben responderse para determinar la política a seguir.

El presidente del Federal Reserve de Estados Unidos (FED) ya insinuó que para contrarrestar esta aceleración de la inflación están pensando elevar sus tasas de interés... a partir del 2023. Es un claro mensaje de que siguen más preocupados por el desempleo, y que ven este aumento de precios como transitorio y que no es causado por presiones de demanda que deban ser controladas con restricciones monetarias.

Hasta halcones antiinflacionarios como la revista The Economist o el FMI, reconocen el hecho pero llaman a no caer en el pánico ni tomar medidas que pongan en peligro la frágil reactivación mundial. Una razón es que en las cifras anuales de inflación hay una distorsión estadística, pues se está midiendo contra un período en que bajaron los precios, de manera que parte del impacto actual es solo recuperación de la deflación anterior. Por eso el FED proyecta que en el 2022 la tasa de inflación caerá a 2.1%.

El ejemplo más claro de esta distorsión son los precios de los combustibles. El petróleo ha triplicado su precio desde USD 25/barril en abril del año pasado, pero solo para volver al nivel de precios promedio del 2019. Por eso el IPC gringo sin combustibles ni alimentos crece 1.5% menos que el índice total.

Pero la razón principal para no tomar medidas contraccionistas es que buena parte del aumento reciente de los precios ha sido causado por problemas de oferta y no por exceso de demanda. Dice el FMI que la subida de precios de los alimentos es una tendencia que empezó antes de la pandemia, por la peste porcina en China y África y la caída de producción mundial de aceites vegetales. A esto hay que añadirle la imposición de tarifas de importación por la guerra comercial entre China y EE.UU..

La pandemia, señala también el FMI, agudizó la tendencia al alza con las restricciones en la cadena de oferta de alimentos, lo que se empeoró con el aumento de los costos de transporte, pues lo fletes marítimos se han triplicado en el último año.

El pronóstico es que los precios de los alimentos van a continuar altos este año y el próximo, afectando más a los países emergentes que, además, tienen el impacto de la devaluación de sus monedas sobre los precios de los alimentos importados. Pero es evidente que la inflación por aumento de costos no se maneja frenando la demanda.
Afortunadamente así lo ha entendido el Banco de la República.

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