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Industria sin ministerio

Que la industria colombiana ha sido la cenicienta del desarrollo económico en las últimas décadas es un hecho indiscutible. El crecimiento del sector ha sido solo un poco más de la mitad del resto de la economía y como consecuencia su participación en el PIB bajó del 18% que tenía antes de la apertura al 11% actual.

3 de diciembre de 2017 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Que la industria colombiana ha sido la cenicienta del desarrollo económico en las últimas décadas es un hecho indiscutible. El crecimiento del sector ha sido solo un poco más de la mitad del resto de la economía y como consecuencia su participación en el PIB bajó del 18% que tenía antes de la apertura al 11% actual.

En el intenso debate que mantienen los analistas sobre las múltiples causas de esta debacle, se suele pasar por alto un factor institucional que puede parecer secundario pero que refleja el cambio de modelo económico que dejó relegada a la industria: la eliminación de un Ministerio dedicado a promover las políticas públicas para el desarrollo del sector.

Hasta principios de este siglo el Ministerio de Desarrollo Económico cumplía esa función, aunque una década antes le habían recortado sus atribuciones con la creación del Ministerio de Comercio Exterior que, según la ley que lo creó, debía fomentar sobre todo las exportaciones impulsando la modernización y eficiencia de la producción local, pero en la práctica lo que logró fue promover las importaciones implantando un modelo de apertura hacia adentro.

En el 2002 el gobierno de la confianza inversionista con el pretexto de recortar el gasto público promulgó la Ley 790 para fusionar 6 ministerios en 3, entre ellos los de Comercio Exterior y Desarrollo Económico que se convirtieron en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (Mincit).
Como plan para hacer más eficiente el Estado la fusión de ministerios fue un fracaso, pues el gasto de las nuevas entidades fusionadas resultó siendo superior al de los ministerios separados, por lo que el gobierno Santos rompió uno de los huevitos del expresidente y por medio de la ley 144 de 2011 separó los ministerios del Interior y de Justicia, los de Salud y Trabajo y los de Vivienda y Medio Ambiente. El Mincit lo dejó intacto con su esquizofrenia de políticas.

El problema es que en este caso el orden de los factores si altera el producto, y la prelación del comercio sobre la industria en el nombre de la entidad se ha reflejado en una preeminencia de la política comercial de apertura hacia adentro sobre la inexistente política de industrialización. Al fin y al cabo era más atractivo para los ministros andar por el mundo firmando TLC que dedicarse al trabajo interno de diseñar estímulos y remover obstáculos para hacer más competitiva la producción nacional.

Son muchos los países que tienen ministerios dedicados exclusivamente a las políticas industriales. Para no mencionar sino dos ejemplos, en China el Ministerio de Industria y tecnología de la información es el encargado de promover estrategias de desarrollo industrial, incluyendo planes sectoriales, regulaciones y estímulos.

La India, es quizás el caso más radical de atención a la industria, pues no solo hay un ministerio del ramo en general y otro de Ciencia y Tecnología, sino que en el gabinete se sientan 6 ministros encargados de sectores industriales específicos: hay ministerios de Textiles, de alimentos procesados, del acero, de la industria pesada, de químicos y fertilizantes, de Micro, pequeñas y medianas empresas.

Colombia debería aprender de la experiencia de estos países, y de otros como Singapur, Turquía, Corea, Argentina, Italia o Inglaterra, y escindir el Mincit para tener un Ministerio de Industria dedicado a recuperar este sector que es esencial para un modelo de desarrollo que no dependa de la explotación de recursos primarios.

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