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El fracaso del transporte público

La política de promover el transporte público es incuestionable como la mejor alternativa para tener ciudades sostenibles:

3 de diciembre de 2022 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Una de las grandes contradicciones o fracasos de las políticas públicas en las últimas décadas es la del manejo de la movilidad urbana. De una parte, desde la Ley 310 de 1996 todos los gobiernos han definido como su prioridad el desarrollo y fortalecimiento de sistemas de transporte público, pero al mismo tiempo han hecho muy poco para desestimular el transporte privado, e inclusive han mantenido beneficios que incentivan el uso de las motocicletas.

La política de promover el transporte público es incuestionable como la mejor alternativa para tener ciudades sostenibles: algunos de los argumentos a favor son que disminuye el uso de combustibles fósiles, que es un uso más eficiente del limitado espacio de las vías urbanas, que ahorra el tiempo de viajes en la ciudad o que reduce la accidentalidad vial.

Con base en esa visión, en este siglo los gobiernos nacional y territoriales han invertido más de $20 billones de pesos en el desarrollo de Sistemas integrados de Transporte Masivo (Sitm) en siete ciudades con más de 600.000 habitantes, y en Sistemas Estratégicos de Transporte (Setp) en ocho ciudades con población entre 250.000 y 600.000 habitantes.

A pesar de tan cuantiosas inversiones los resultados han sido muy malos. En el año 2007 en todos los sistemas de transporte público de las 23 ciudades principales del país (incluyendo los buses y busetas del sistema tradicional) se movilizaban 11,7 millones de pasajeros diarios. En los siguientes 15 años la población de esas ciudades aumentó cerca del 30%, las distancias en las ciudades aumentaron, y el número de pasajeros… se redujo a 8,5 millones, es decir una disminución del 27%.

La única ciudad en la que hubo un ligero aumento (2,7%) en el número de pasajeros movilizados fue Medellín, pero tampoco se compadece con el aumento de la población. En el otro extremo, en Cali y en Bucaramanga los pasajeros movilizados se redujeron un 67%; en Barranquilla 45%, y en Bogotá 11%. En el resto de ciudades la reducción fue del 47%.

No es ningún misterio la razón de esta tendencia: si aumentó el número de viajes urbanos y disminuyeron los usuarios del transporte público es porque aumentó la cantidad de vehículos privados, en particular las motocicletas.

En el 2007 circulaban en el país 5,2 millones de vehículos privados distribuidos entre 2,4 millones de motos y 2,9 millones de carros. En 15 años el total de vehículos se había más que triplicado hasta llegar a 17,7 millones, sobre todo por el aumento de motos que fue del 352%, llegando a 10,8 millones.

Desde el punto de vista individual es lógica la decisión de usar el vehículo privado en lugar de buses, no solo por la comodidad y el ahorro de tiempo, sino por los otros usos del vehículo como medio de transporte familiar. Además, en el caso de las motos se ha facilitado su adquisición pues con los amplios planes de financiación es posible pagarla con lo que ahorra la familia en pasajes.

Sin embargo, esta lógica individual tiene un enorme costo colectivo pues con más vehículos circulando aumenta los trancones, los accidentes y la emisión de gases que calientan el planeta.

Para remediar el fracaso del transporte público es necesario no solo invertir para mejorar la calidad del servicio, sino tomar medidas que desestimulen el uso de los vehículos privados, así estas no sean populares.

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