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Deuda externa y revaluación

Voces que claman en el desierto. Así parecen las opiniones y comentarios...

6 de febrero de 2011 Por: Mauricio Cabrera Galvis

Voces que claman en el desierto. Así parecen las opiniones y comentarios de muchos analistas que escriben, escribimos, sobre la revaluación del peso colombiano y proponen, proponemos, que aquí en Colombia las autoridades tomen medidas similares a las que se han adoptado en otros países para evitar la revaluación de sus monedas y sus perjudiciales consecuencias sobre el aparato productivo. Vano esfuerzo ante la actitud impasible de nuestras autoridades que se muestran satisfechas con las tímidas medidas que ya han adoptado.Sin embargo hay que ser obstinados e insistir, cuando aparecen nuevas estadísticas y hechos que confirman que hay causas de la revaluación que pueden y deben ser controladas, tal como se está intentando en otros países. Se trata de los flujos de capital privado diferentes a la inversión extranjera, en particular los capitales golondrina de corto plazo.Las cifras recientes que hay que tener en cuenta son las del más reciente Boletín de Deuda Externa publicado por el mismo Banco de la República hace pocos días.Lo que dicen los indicadores es que en los últimos doce meses el saldo de la deuda externa del país aumentó US $ 9.300 millones, o un 17,6%, el mayor crecimiento de toda la historia, tanto absoluto como porcentual. Pero no sólo debe preocupar el tamaño del incremento sino su composición, porque son los agentes privados los que explican la mayor parte de este incremento.En efecto, si bien la deuda pública aumentó US $2.300 millones (6,5%), su crecimiento sólo explica la cuarta parte del total, mientras que la deuda privada registró una tasa de crecimiento anual del 42% al aumentar en casi US $7.000 millones, de los cuales un poco menos de la mitad fueron obligaciones de corto plazo. De hecho la deuda privada de corto plazo se duplicó en el último año, mientras que la de largo plazo ‘sólo’ creció un 28%.También es muy significativo el comportamiento de la deuda externa del sistema financiero, que en este último año pasó de US $3.750 a US $6.050 millones, un incremento del 60%, explicado sobre todo por las deudas de corto plazo que crecieron 141%.Estas cifras contradicen la visión generalizada de que es el sector público el gran responsable de los ingresos de capitales y, por lo tanto, de la revaluación. Además deberían inducir al Banco de la República y al Ministerio de Hacienda a cambiar su postura de no imponer controles o encajes que desestimulen el endeudamiento privado. No hay duda que si lo hubieran hecho hace un año, los ingresos de capitales de corto plazo habrían sido menores y se hubiera evitado otro año de revaluación.Contrasta la pasividad de nuestras autoridades con las de Brasil, por ejemplo, donde impusieron desde el año pasado un impuesto a los ingresos de capitales y donde el nuevo gobierno de Dilma Rousseff anunció una agresiva política cambiaria para evitar una nueva revaluación del real.La urgencia de imponer estas restricciones es más evidente si se miran los resultados del comercio exterior, pues en el pasado mes de noviembre las importaciones crecieron 35% y por primera vez en muchos meses se tuvo déficit comercial a pesar de los altos precios del petróleo y el carbón. Por su parte en la balanza cambiaria también registró el déficit de cuenta corriente más alto de toda la historia, más de US $ 10.000 millones en el año, casi el doble del registrado en el 2009.La última vez que el país tuvo esta peligrosa combinación de incremento acelerado de la deuda externa privada y déficit creciente la cuenta corriente de la balanza de pagos fue a finales de los años 90, con los resultados catastróficos que sufrimos. Todavía estamos a tiempo de evitar que se repita la historia.

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