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Triunfó el buen humor 93895

La característica que más admiro en Rodrigo Guerrero es su buen humor....

17 de marzo de 2020 Por: Mario Fernando Prado

La característica que más admiro en Rodrigo Guerrero es su buen humor. Siempre resulta grato conversar con él porque a todo tema le antepone un dejo optimista que le permite que disfrutemos de su sonrisa amplia y sincera.Y es que el nuevo alcalde de Cali, ‘toriado’ en varios ruedos no es persona que se exaspere y se desespere saliéndose de casillas o asumiendo un rostro adusto y apocalíptico. Por el contrario es experto encontrándole el lado bueno a las cosas.Creo que en ello radica su sintonía con los caleños del común, ajenos a las tristezas y a las amarguras y más dados a tomar las vicisitudes de la vida con una actitud positiva y por ende edificante.Guerrero además es experto en desarmar las situaciones más tensas. Un gracejo, una anécdota, un chascarrillo, distensionan y cambian el tono en momentos críticos y ello le trae el ganarse a la gente así sean sus adversarios más enconados.Conocedor hasta los tuétanos de los caleños, se gana la simpatía de los demás, sin ser zalamero y menos lagarto porque cuando hay que ponerse serio lo hace y de que manera utilizando esa vaselina rompe hielos que ojalá todos tuvieran.Durante la pasada gesta electoral, el hoy bis-alcalde jamás utilizó el insulto y el ‘pordebajeo’ con los contrincantes a pesar de que lo torearon para que se le saliera el Velasco. Prueba de ello es que se le adhirieron aspirantes que reconocieron no sólo su liderazgo sino su respeto por sus ideas y por sus proyectos políticos.Cali no puede ser una ciudad triste, bucólica y amargada. Las encuestas nos dicen que los caleños conformamos una de las comunidades más felices de Colombia sin olvidar las contrariedades y los contratiempos que a ratos hay que soportar.Eso de estar hablando mal de los demás, insultar y descalificar, de juzgar y prejuzgar, de pensar que nos llevó el diablo, de sentirnos víctimas y ‘pobrecitos’ no va con los dos millones largos de habitantes de esta ciudad rumbera y salsera que se resiste a darse por vencida.Todas esas pocas personas que piensan que esto es un infierno, que todo está consumado, que “apaga y vámonos” requieren de una inyección de ‘guerreromicina’ vía intravenosa -que no entrepiernosa- para que se contagien del optimismo, la euforia y la jocundidad de este muchacho de 74 años que le da sopa y seco a tanto joven-viejo que anda por ahí achacoso quejándose y criticando todo cuanto le rodea.Por otra parte, es de quitársele el sombrero la actitud de quien pudiendo estar disfrutando de una bien merecida pensión o dedicado al cuidado de los nietos o viajando o con los embelecos de su Fundación o en un cargo diplomático en cualquier parte, haya dado semejante pelea y se haya expuesto a pasar de ex alcalde a ex candidato.Sin embargo, he ahí los resultados: Una victoria indiscutible y aplastante que no le subirá los humos. Semejante votación –sin directorio político, sin padrinos de ninguna clase, sin acuerdos debajo de la mesa y sin negros maletines- le servirá para unir a los caleños y demostrar que sí se puede sacar adelante a esta ciudad con ánimo, euforia, una amplia y contagiosa sonrisa y por sobre todo, un muy buen humor.

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