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Los guardas de tránsito

A los guardas les toca la peor parte del caos de la movilidad que padece Cali. Si hay un trancón y no hay guardas, malo, y si los hay, peor.

15 de octubre de 2018 Por: Mario Fernando Prado

Dificulto personas más insultadas, más vituperadas, más menospreciadas que los guardas de tránsito de esta ciudad. Y no solo los agreden con palabrotas y escupitajos: se lanzan encima de ellos, reciben trompadas y arañazos por parte de conductores y conductoras -estás últimas las más groseras y agresivas-, sino que además les amenazan con crucetas y palos cuando no con cuchillos y revólveres que no tienen el menor inconveniente en accionar contra ellos.

A su turno, estos servidores públicos que no cargan ni un mísero cortaúñas para defenderse de sus agresores, terminan en últimas siendo los malos del paseo y los reprenden, los suspenden y hasta los echan, víctimas de los “usted no sabe quién soy yo”.

Ahora bien, no neguemos que los hay intransigentes, prepotentes e injustos. Que a algunos se les va la mano y que según dicen -no me consta- hay malas mañas y corrupción, conductas que desafortunadamente dicen se dan en otros estamentos como la Policía y algunos funcionarios del Municipio, lo cual no es justificable de manera alguna.

Pero lo cierto es que a los guardas les toca la peor parte del caos de la movilidad que padece Cali. Si hay un trancón y no hay guardas, malo, y si los hay, peor.

Siempre tienen la culpa de que los semáforos no funcionen, que un accidente obstaculice la vía, que un carro varado forme un despelote de horas, que en las horas pico sea imposible tener más agilidad, que se caiga un árbol o que una rama del mismo tapone un carril, que se estacione un imbécil donde le dala gana. Mejor dicho, los guardas de tránsito son los culpables de todo cuanto sucede en nuestras congestionadas calles, incluyendo la falta de nuevas vías.

Llueva, truene o relampaguee, ahí se les ve emparamados, pito en boca, tratando de lograr una mejor movilización, exponiendo su salud y su pellejo. ¿Y quién tiene para ellos un gesto de gratitud, una palabra amable, un visto bueno hecho con las manos o al menos un aplauso o una felicitación? Nadie. Repito, nadie.

No sucede así con los soldados de nuestro glorioso Ejército a quienes o les pitamos con fruición y afecto -en menor escala con uno que otro policía-, pero insisto, a los guardas de tránsito tan solo les prodigamos madrazos y gestos reprobatorios.

Y pregunto además: ¿Estos servidores de la comunidad reciben como los policias y soldados, medallas, reconocimientos, ascensos, bonificaciones y demás recompensas que suelen otorgar a las Fuerzas Militares? Que yo sepa, nada de eso. A lo sumo una jubilacioncita y algún pergamino amarillento que les otorgan como para salir del paso.

Creo que debiéramos ser más justos y tolerantes con los guardas de tránsito, lo cual no significa dejar de ser críticos y exigentes. Pero ellos merecen por parte de los conductores un mejor trato así nos multen, nos paren y nos pidan papeles. Es su labor y la nuestra debe ser obedecer la ley de buena manera.

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