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¿Limones o melones?

Allá que cada quien haga de su capa un sallo y si prefiere melones a limones, pues que vaya donde el plástico y se ponga lo que le dé la gana donde le dé la gana.

19 de diciembre de 2017 Por: Mario Fernando Prado

Le cayeron encima a Hernando Molina, el cirujano plástico que se atrevió a colocar en una valla un mensaje en la cual aparece dos veces una misma mujer: en la una posa muy triste con dos limones en sus pechos y en la otra aparece muy alegre con dos melones en los mismos.
Un texto subliminal acompaña las fotos “si la vida te da limones, llamanos”, con una alusión al atrevido doctor en cuestión.

La valla estuvo ubicada pocos días en el interior de un reconocido centro comercial y fue desmontada por la presión de quienes consideraron que ese mensaje era una falta de respeto a la mujer como producto del machismo y la vulgarización contra el mal llamado sexo débil.

Pues quiero comentarles que como publicista y comunicador con más de 45 años trabajando en estas lides, el mensaje -algo jocoso- logró transmitir lo que el doctor Molina pretendía: que aquellas mujeres que tienen un busto limonero, pueden transformarlo en un busto melonero.

No creo que haya existido una falta de respeto ni menos una vulgarización como se asevera mojigatamente y menos que se deba emprender una campaña moralista crucificando al cirujano y a su publicista de quién, dicen, copió este mensaje que está en el metro de Nueva York.

Hubo en Cali una modelo cariñosamente bautizada como ‘la pecho’e tabla’ que posó para una marca de ropa interior y para otra de vestidos de baño con un gran éxito sin que le importaran jamás sus ‘limones’ y a quien Dios la premio con tres preciosas hijas que amamantó con abundante competencia.

Así como ella, hay miles de mujeres poquibustonas a las que les importa un soberano chorizo no ostentar un bustamante que termina a la postre siendo un encarte, y que por nada del mundo acudirían a implantarse unas prótesis de esas que se notan de inmediato y se ven hasta ridículas cuando se exhiben al desnudo.

Pero como de todo hay en la viña del Señor, allá que cada quien haga de su capa un sallo y si prefiere melones a limones, pues que vaya donde el plástico y se ponga lo que le dé la gana donde le dé la gana.

Ignoro si esos abultamientos pectorales que tanto se estilan y que piden niñitas como regalo de sus 15 añitos (lo que también aprovechan sus progenitoras para que les hagan lo propio en un combo doble y así les resulte más barato), lo ‘exigen’ para satisfacer la vanidad femenina per se o para atraer el sexo opuesto que se desvive por esas sensuales provocaciones de quienes les quedó faltando mamá y con esa golosina, se enloquecen.

Sin tanto fariseísmo creo que hay que denominar las cosas por su nombre y así resulte peyorativa la propaganda que duró menos de lo que dura un suspiro en la puerta de una escuela, a quien llamaré cariñosamente desde ahora el Doctor Melones, le deseo que le caigan a su consultorio racimos de limones y que dejen de satanizarle por su originalidad, así sea copiada por su novel publicista.

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