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Encapuchados = impunidad

Los espectáculos protagonizados por los encapuchados o ‘capuchos’ la semana pasada son otras muestras de la inoperancia del Estado, la desidia de las autoridades, la cero inteligencia militar y la sinvergüencería de la Justicia.

30 de septiembre de 2019 Por: Mario Fernando Prado

Los espectáculos protagonizados por los encapuchados o ‘capuchos’ la semana pasada son otras muestras de la inoperancia del Estado, la desidia de las autoridades, la cero inteligencia militar y la sinvergüencería de la Justicia.

Los hechos conocidos por la nación entera en los que pudimos ver un puñado de vándalos destruyendo vitrinas, volteando buses y agrediendo a la Fuerza Pública sin control alguno fueron escenas bochornosas que cogieron a la Policía con los calzones abajo y cuando reaccionó, ya era tarde.

Pero hay más: la forma como violentaron la sede del Icetex, curiosamente la entidad que otorga créditos a los estudiantes que no tiene forma de pagar sus estudios, y la deprimente destrucción interna de sus oficinas, es otra prueba más de la presencia de un equipo bien conformado que se especializa en pescar en río revuelto y utiliza unas manifestaciones pacíficas para infiltrarse y hacer de las suyas.

Otro caso: en el estadio de Bucaramanga presenciamos en vivo y en directo más agresiones contra la Fuerza Pública, esta vez a cargo de una turba que lanzó hasta una banca en pleno estadio contra un grupo de policías que se defendieron con una prudencia que rayó en la pendejada.

En ambas situaciones, los vándalos con o sin capuchas se volaron y los pocos que pudieron ser judicializados fueron soltados por una Justicia que con cualquier disculpa los puso patitas en la calle (dicen que porque fueron detenidos sin cumplir los requisitos de rigor). Osea que la autoridad, humillada y vejada, tras hacer un esfuerzo inmenso, entrega a esos delincuentes a las instancias judiciales y esta los deja ir para sus casas. Entonces -dirán ellos-, ¿para qué los detenemos?

Por otra parte es imposible que la escasa inteligencia estatal no haya podido identificar y ubicar a estos malandros de quienes deben tener imágenes. ¿Imposible rastrearlos? ¿Imposible conocer sus direcciones?

Pienso que son tantos los trámites que hay para encanarlos que todo se enreda en los despachos judiciales y si además, le meten derechos humanos, pues peor aún.

Estamos ante un círculo vicioso totalmente inoficioso y estamos en manos de unos ‘capuchos’ intermunicipales que ayer estaban en Bogotá, hoy en Popayán, mañana en Cali y pasado mañana en cualquier lugar de Colombia en donde haya una ‘marcha pacífica’ a la que le introducen sus milicias previamente adoctrinadas.

¿O es que ustedes creen que esos asaltos con piedras, cocteles molotov y bombas incendiarias se dan así porque así y son ataques improvisados? ¡Ni tontos que fuéramos! Todo obedece a un plan perverso para sembrar terror y caos.

Lo más grave es quién financia a estos terroristas urbanos: Se trata de células urbanas de la guerrilla en franco amacice con reducidores y descamisados a los que les permiten robar a cambio de que tiren piedras, agredan a personas indefensas y rompan vitrinas para entrar en almacenes, tiendas y graneros y salgan hasta con computadores y televisores.

Y para rematar, los estudiantes -cual idiotas útiles- les comen cuento a los encapuchados y hasta se solidarizan con ellos. Entretanto, la inteligencia militar no sabe quiénes son estos terroristas...

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