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El silencio de Cali Viejo 45368

Va para seis meses el cierre de Cali Viejo. El emblemático restaurante...

17 de marzo de 2020 Por: Mario Fernando Prado

Va para seis meses el cierre de Cali Viejo. El emblemático restaurante con más de 40 años de historia ha dejado de atender a propios y extraños, creando un vacío no sólo gastronómico sino de encuentro con el pasado. La vieja casona entona las notas de Las Acacias. “ Ya no vive nadie en ella” y “Gime el viento en sus aleros”. Y sí, triste y sola amenaza deterioro y ruina. Donde antes hubo comedores y algarabía. Donde se saboreaban las recetas del Cauca Grande por obra y gracia de Alicia Mera de Franco. Donde se escuchaban bambucos y pasillos y servían las viandas lindas morenas vestidas a la usanza. Donde se dieron cita presidentes, ministros, empresarios, gobernadores, poetas, locos, turistas, enamorados y en fin, toda esa vario pinta que conforma la clientela de un lugar de obligada visita, todo parece sepultado en medio del dolor de sus propietarios y la nostalgia de no poder seguir visitando esos corredores, ese patio empedrado, ese ambiente creado por Peter Egen y además, repito, esas comidas típicas: las tostadas de plátano, las marranitas, el ají, el sancocho de carne y ni para que sigo... La sopa de tortilla, los aborrajados, la lengua...Ah, y a propósito de este plato, dicen las otras lenguas que a Cali Viejo lo cerró la Alcaldía por unos atrasos en los pagos -la casa es del Municipio y se entregó al restaurante en una especie de arrendamiento- y que tras varios intentos de ponerse al día no fue posible. Y, además, se murmura que Cali Viejo vertía sus aguas negras al río, lo cual es de la mayor gravedad. Lo malo es que este esfuerzo y punto de referencia de Cali se cerró y nadie quiere hablar. Los herederos de Alicia guardan prudente silencio incluyendo a Pipo que ha sido alma y nervio del lugar. Y como no faltan los chismes, hay rumores que todo esto es una jugada de la Alcaldía para entregarle el Restaurante al Zoológico Municipal para que lo administre. La versión es temeraria y tendenciosa, aunque no carente de lógica: el zoológico es una institución ejemplar con éxito y con discreción y es vecina por lado y lado del viejo caserón. Sin embargo, la marca Cali Viejo tiene dueño y habría que rebautizar el Restaurante. Pero hay más: ¿Jurídicamente podría explotarse comercialmente un lugar acreditado por otras personas? Así haya incumplimiento del contrato y sea cierto lo de las aguas negras, ¿no hay unos derechos adquiridos? Lo cierto es que no podemos dejar morir a Cali Viejo y alguna idea salvadora tiene que surgir, desde un grupo de inversionistas que se toquen -en calidad de socios- o incluso una alianza estratégica con el mismo Zoológico. Pero repito, Cali Viejo no puede desaparecer. Ahora bien, ¿que lo administre el Estado? Probado está que resultaría un fracaso. Que lo maneje un tercero, pero entonces, ¿qué se hace con sus ‘dueños’? No hay dentro de la misma Cali un lugar como este restaurante: a sólo 5 minutos del Inter, con amplios parqueaderos, zonas verdes, una edificación evocadora del ayer, árboles, ardillas, río al lado, vegetación… En fin, el sitio es irrepetible. Finalmente, ¿a qué tanto silencio por parte de los dueños de Cali Viejo? ¿Qué dicen los abogados? ¿Es verdad que la casona se está cayendo? ¿Qué opina el Alcalde? PD: no vale más de $150 millones la obra de La Ermita. Insisto: el altar donde está la puerta y la puerta donde está el altar, y queda la iglesia frente a la Avenida Colombia y no de espaldas como está ahora.

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