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El fracaso del MÍO cable

Con una absurda inversión de más de cien mil millones de pesos, incluido un incremento de casi el 30% de su costo inicial, hace más de año y medio se inauguró el MÍO Cable, un sistema de transporte para los 200.000 habitantes de Siloé.

6 de marzo de 2017 Por: Mario Fernando Prado

Con una absurda inversión de más de cien mil millones de pesos, incluido un incremento de casi el 30% de su costo inicial, hace más de año y medio se inauguró el MÍO Cable, un sistema de transporte para los 200.000 habitantes de Siloé. Se esperaba que tuviera 3.000 usuarios diarios con los cuales si bien no resultaría rentable, al menos no iría a tener las monstruosas pérdidas que hoy están contribuyendo a desangrar más las finanzas municipales, porque la verdad, a los habitantes de esa populosa comuna, esas modernas cabinas que vuelan por los aires como que no les tramó de a mucho.

Y no es por temor a que se vayan a desprender los cables que las movilizan produciéndose una tragedia o por problemas de vértigo, mareos y devolución de atenciones de sus usuarios. Simplemente porque en esos cubículos no se puede transportar todo lo que esos coterráneos suelen bajar o subir: desde costalados de comida hasta bultos de cemento o de cualquier tubérculo, amén de gallinas para sancochos, gallos para peleas, ladrillos para sus mejoras y en fin, todo cuanto se requiere cuando se vive en las laderas.

Increíble resulta que los sabios que planearon esta ‘solución’ al transporte siloeseño no consultaran las necesidades y los gustos de quienes iban a ser sus usuarios en un acto de total imprevisión e irresponsabilidad tan propio de los genios -seguramente bogotanos- que nos chantaron ese sistema, ojalá sin las coimas que estos negociados suponen...

Nos envacalocamos entonces y quemamos primeras páginas de la prensa nacional. Nos volvimos noticia positiva. Quemamos ‘cuetes y cuetones’. La modernidad llegó a ese pintoresco barrio pintado de blanco y cuando pasó la euforia y llegó el guayabo, ‘¡zuaquete!’, nos pasaron la cuenta de cobro, una cuenta de cobro que estamos pagando los caleños cuando no las exiguas y quebradas finanzas del MÍO. Y es que ese embeleco del MÍO Cable cuesta -agárrense todos- la medio pendejadita de mil millones mensuales. Sí: mil millones que hay que inyectarle a semejante elefante blanco, diré azul, que a duras penas usan unos cuantos usuarios para hacer ver que ahí van sus felices pasajeros. ¿Habrase visto mayor despilfarro? El MÍO llevado y subsidiando un cable que no se usa, que no gusta, que no cumple la función para la que fue construido porque las gualas hacen ese trabajo con lujo de competencia así sea sin frenos, con sobrecupo y violando todas las leyes de tránsito, del tráfico y de la lógica más elemental. Cali no resiste seguir votando doce mil millones de pesos al año o lo que es igual, treinta y pico millones de pesos diarios. Algo hay que hacer con el MÍO Cable porque -repito- no pegó: por ahí dicen que lo vuelvan un teleférico a Cristo Rey como si fuera este monumento un Pan de Azúcar o como si a Cali vinieran miles de turistas diariamente a llenar esas cabinas. Y no faltan quienes sostienen que es mejor apagar ese encarte y dejarlo solo para horas pico. Pero así no pueden continuar.

Ahí le dejo, pues, al nuevo presidente de Metrocali este chicharroncito de bienvenida.

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