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Sueño con ese día

La primera reacción suele ser de miedo e inseguridad. De ahí el...

28 de junio de 2010 Por: María Eugenia Lloreda

La primera reacción suele ser de miedo e inseguridad. De ahí el rechazo. Luego la aceptación mezclada con rabia y tristeza, acompañada de la búsqueda de explicaciones, algunas espirituales, la ansiedad por el tratamiento, las voces solidarias y los consejos, hasta quedar anclados en la incertidumbre.Todos tenemos algún vínculo con el cáncer. Y quienes no lo han tenido, es muy probable que lo tendrán. La probabilidad de que una o más personas en una sola familia o círculo de amigos sufra cáncer, es muy alta. Muchos nos preguntamos por qué esta enfermedad se ha propagado de tal manera. No hay respuesta fácil. Múltiples factores predisponen el cuerpo al cáncer. El cigarrillo, los rayos ultravioletas, la polución, los rayos X, los pesticidas, la genética, el estrés, el uso exagerado del microondas, y varios alimentos -como las carnes rojas, los embutidos, los lácteos, y los dulces- parecieran estar asociados a cierto tipo de cánceres.¿Pero que ha pasado con la investigación científica para encontrar una cura a esta enfermedad? Si bien los avances son significativos, particularmente en cierto tipo de patologías como melanoma, cáncer de pulmón y leucemia, la realidad es que la medicina no ha logrado ganarle la batalla al cáncer. Una de las razones es que constantemente están surgiendo nuevas mutaciones genéticas de las células malignas que anulan el efecto de las drogas existentes. Los tratamientos tradicionales que existen para curar el cáncer, como son la quimioterapia y la radioterapia, si bien resultan efectivos en muchos casos, producen efectos colaterales nocivos para el organismo. La quimio procura eliminar las células de rápido crecimiento. El lío es que no distingue entre las malignas y las benignas y por lo tanto, intoxica y deteriora el sistema de defensas. Mientras la radio, si bien se enfoca en la lesión particular, su potente radiación puede llegar a afectar otras partes del cuerpo. Infortunadamente no son muchas las opciones. Algunos sobrevivientes han rechazado la medicina occidental y se han sometido a dietas y a tratamientos alternativos, con relativo éxito. El problema es que no existe evidencia científica sobre su efectividad, y los médicos tradicionales no los conocen, ni recomiendan. Estos tratamientos alternativos, además de ser muy estrictos, resultan difíciles de compaginar con la cotidianidad. Para seguirlos es necesario dejar la proteína animal y vegetal, comer frutas, verduras y ciertos cereales orgánicos, aislarse de la vida citadina, laboral y social para evitar la polución, el estrés, y las comidas y bebidas comunes de nuestro entorno.El reto es encontrar una cura más humana para el cáncer. Una cura que no deteriore aún más la salud, ni ponga en peligro la vida del paciente. Los inhibidores de ciertas mutaciones genéticas de las células malignas son un comienzo. Pero más allá de nuevas drogas, los tratamientos tradicionales deberían integrar los métodos alternativos.Era niña cuando en mi familia se presentó el primer cáncer. Vendrían tres más. Treinta años de luchas duras y dolorosas, y con resultados más agrios que dulces. Sueño con el día en que la medicina, tradicional y alternativa unidas, nos sorprendan con la noticia de que finalmente se logró ganar la batalla a esta cruel enfermedad.