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Vergüenza

Los Estados Unidos tienen un pecado original con su población negra, descendiente de esclavos sometidos y maltratados generadores de riqueza y acumulación

4 de junio de 2020 Por: María Elvira Bonilla

Los ocho minutos de agonía de un hombre llamado George Floyd, tirado boca abajo reducido por una bota de policía presionándole la yugular; impávido con sus manos en los bolsillos, indolente frente a un grito suplicante, cada vez más débil, de un no puedo respirar, mamá, papá. Era un hombre negro humillado por uno blanco, apoyado por una gavilla de otros tres, empoderados todos por el uniforme y la fuerza de las armas, vueltos en ese instante de ignominia una piltrafa despreciable.

Una imagen descorazonadora sobre la condición humana y su capacidad de maldad potenciada. El video desnuda la inhumanidad de una violencia cobarde completada por un servicio de salud lerdo frente a la urgencia, que ha tocado fibras profundas que han movilizado durante más de una semana, sin detenerse por las órdenes de arresto ni el toque de queda, a miles de norteamericanos, especialmente jóvenes que han salido a la calle a expresar indignación con “i” mayúscula.

El asesinato a la luz del día resultó una afrenta que prendió la chispa de una protesta aplazada. Demasiadas injusticias contra una población afro explotada y discriminada. Para no ir muy lejos, son los negros, junto a los latinos, todos con el denominador común de la pobreza, los que han puesto la mayor cantidad de los más de 100 mil muertos del coronavirus en Estados Unidos. Un acumulado de rabia que va tomando propulsión.

Y del otro lado la respuesta provocadora de la supremacía blanca en su máximo exponente: Donald Trump. Sin empatía alguna con los débiles, con la gente que sufre, bien sea coyunturalmente por el ataque masivo y mortal de una pandemia o por el atropello y la vida dura, inaguantable, de muchos. No conecta; no conoce el significado de la palabra compasión, y por eso hace de la Biblia una mofa, un objeto que manipula como una cachucha de béisbol, para la foto.

Pero no es solo Trump. Los Estados Unidos tienen un pecado original con su población negra, descendiente de esclavos sometidos y maltratados generadores de riqueza y acumulación. Es una herida en el alma norteamericana que no ha sanado y empieza a sangrar de nuevo.

Ningún país del mundo ni durante un tiempo tan prolongado mantuvo un régimen tan oprobioso con tantos esclavos sometidos a tantas vejaciones, como las que se dieron en el sur de Estados Unidos donde esas manos, esa fuerza, esas miles de vidas sacrificadas y humilladas con cadenas y a latigazos permitieron que sobre ellas floreciera la próspera economía del arroz, el algodón y el azúcar, a lo largo del siglo XIX.

Trump expresa políticamente ese sentimiento que persiste en el alma norteamericana. Un país donde continúa vivo el racismo con grupos afines al KuKluxKlan presentes, con todo el desprecio acumulado hacia los negros, vistos con una repulsión que le da licencia a la policía a actuar como se vio en el espeluznante video y extrangular a un ser humano, llevándolo hasta la muerte, por la única razón de ser un negro sospechoso de haber pagado con un billete falso de 20 dólares. ¡Qué vergüenza!

Las manifestaciones sin embargo son brotes de un cambio de mentalidad que por su terquedad y persistencia permitiría pensar que la visión de supremacía blanca en EE.UU. y su proyección al mundo, empieza felizmente a marchitarse.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla