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Usted sabe que nos van a matar

Concluida la firma del Acuerdo de paz entre las Farc y el...

30 de septiembre de 2016 Por: María Elvira Bonilla

Concluida la firma del Acuerdo de paz entre las Farc y el gobierno que se espera sea refrendado el próximo 2 de octubre, sigue lo fundamental: asegurar que lo acordado se cumpla pero sobre todo que no maten la gente. Ni a los guerrilleros -comandantes y combatientes rasos- que desarmados empiezan una nueva vida, ni a sus familias, ni a los defensores de derechos humanos en pueblos y veredas. Y el riesgo es alto, porque el nivel de intolerancia y odio es tan profundo que es mucha la gente que aún parece no estar dispuesta a aceptar que todo colombiano, sin las armas de la violencia, tiene derecho a un espacio para expresarse, para hacer política, para construir una existencia digna. La decisión errática del pasado 26 de septiembre, el día de la firma, de soltar tres aviones bombarderos Kafir con su escandaloso ruido de combate encima de las 3000 personas sentadas en el patio de banderas del Centro de convenciones como invitadas a ser testigo de la protocolización del Acuerdo de paz, que manchó el acto en el patio de banderas del Centro de convenciones de Cartagena (¿en qué cabeza humana cabe soltarle aviones de guerra al Secretario General de la ONU, al Secretario de Estado John Kerry y cientos de invitados internacionales presentes como testigos de una firma de paz?) no pasó desapercibida. Pero tuvo un significado especial sobre todo para los comandantes de las Farc que no pudieron borrarlo con el repentismo jocoso de Timoleón Jiménez cuando reaccionó diciendo “espero que se trate de un saludo y no de un ataque”. Lo entendieron como una señal.Una señal de que en Colombia el espíritu guerrerista sigue vivo. Tanto, que al finalizar la ceremonia, uno de los comandantes de las Farc me dijo frontalmente: usted sabe que nos van matar. Con una certeza que me dejó helada. Espero que sea solo una metáfora para describir los muros de intolerancia que tendrán que demolerse para construir realmente un país en paz y no una afirmación premonitoria que anuncie una catástrofe como la de Unión Patriótica cuando el plan militar El baile rojo, se llevó por delante, a punta de asesinatos selectivos, a más de mil militantes del nuevo partido creado después de los Acuerdos de la Uribe en el gobierno del Presidente Belisario Betancur. Muchos de quienes conformaron el grupo ampliado de negociadores de La Habana sobrevivieron a aquel plan de exterminio enfilándose en las Farc hace 30 años.El desafío que tiene Colombia por delante no es sólo crear los espacios para que esta guerrilla, sin armas, defienda sus ideas y propuestas en el marco democrático y den la pelea en las urnas, sino en abrirle la puerta a los guerrilleros rasos desmovilizados, todos de origen campesino para su transformación en ciudadanos colombianos. Un tema grueso es la tarea gubernamental de cumplimiento de los acuerdos pactados, para lo cual se crearon distintos mecanismos de seguimiento, pero otra y la más importante tal vez, es el cambio de chip de la sociedad que aún se expresa en apatismo, indolencia o radicalidad. En inconsciencia frente al compromiso adquirido como nación, de cara a nosotros mismos y al mundo, que creo, cada vez nos entiende menos. Un desconcierto que será aún mayor, si el Plebiscito no resulta aprobado y que nos dejará atrapados en nuestro propio destino.Sigue en Twitter @elvira_bonilla