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La Tertulia y la libertad

La exposición de la colección permanente de La Tertulia es un viaje...

20 de abril de 2012 Por: María Elvira Bonilla

La exposición de la colección permanente de La Tertulia es un viaje a la historia grandiosa de Cali. No sólo los cuadros sino la manera como están organizados temáticamente no tienen nada que envidiarle a cualquier gran museo del mundo. Es una exposición comprensiva, fácil de recorrer que se disfruta porque la calidad de las obras escogidas es mayúscula. Allí está lo mejor de las Bienales de arte gráfica que convocaban a pintores y grabadores de toda América, pero también la muestra de las grandes obras que se iban adquiriendo para la colección permanente las que reflejan la sintonía de La Tertulia y las mujeres que la dirigían desde los años 70, con el movimiento plástico internacional.Esta exposición permanente es una evocación al pasado cuando Cali estaba en el corazón cultural de Colombia. Con estas bienales y los festivales de arte se propiciaba una actividad de creación y enseñanza que cosechó sus frutos. Aquí pasaba de todo, en arte, en el teatro, en la literatura, en la vida, libre y abierta a Colombia y el mundo. Los nadaístas Jota Mario Arbeláez, Élmer Valencia y Fanny Buitrago hicieron sentir su irreverencia. Óscar Collazos, Gustavo Álvarez, Fernando Cruz Kronnfly, Umberto Valverde, empezaron a narrar con su inocultable sabor vernáculo y Enrique Buenaventura transformaba el Teatro Escuela de Cali en el Teatro Experimental de Cali, colocándolo en la vanguardia del movimiento de las artes escénicas en América Latina. Una cantera que sirvió para que Carlos Duque, formado en la escuela de Hernán Nicholls, quien a su vez revolucionó desde Cali la publicidad en Colombia, llevara su talento a las ligas mayores del diseño y el marketing político. Los Festivales de Arte del verano competían en atractivo y popularidad con la feria taurina y los conciertos de salsa de diciembre, pero eso sí, los tres compartían una única obsesión: garantizar que a Cali llegara lo mejor. Celia Cruz, Richie Ray, Bobby Cruz, Willie Colón, Héctor Lavoe, la tienen en el repertorio de sus giras memorables. Y con razón, lograron afincar la salsa en la cultura citadina con la fuerza con que lo cuenta Andrés Caicedo, en ‘Que viva la música’. Una fuerza que ha llevado a que Cali y sus referencias urbanas y vitales se universalicen, trasciendan las fronteras para ser leídas en inglés y en francés. Todo esto era Cali. Una ciudad vital y creativa a la que le siguió el paso la lente cinematográfica de Carlos Mayolo y Luis Ospina y el ojo fotográfico de Fernell. Fernell Franco que dejó su huella en la fotografía junto a otros grabadores contemporáneos, todos expuestos en La Tertulia desnudaron la vida urbana de la ciudad, sus rincones más secretos y captaron la Cali que iba perdiendo referencias hasta descomponerse. En muchas de las imágenes se percibe con una melancolía reveladora del agobio con que avanzaba la ordinariez y la chabacanería invasora que se iba tomando la ciudad. Cali no sólo producía artistas sino que atraía cultura. Era una fuente de inspiración y un destino obligado. Un pasado rico y diverso que ha quedado plasmado en la exposición de La Tertulia, que además recuerda una ciudad y una gente que ha conocido la libertad. Que ha sabido vivir con frescura y sin tapujos. Con autenticidad.