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La Señora Fiscal

El cambio se sentirá desde que el momento en que el visitante...

3 de diciembre de 2010 Por: María Elvira Bonilla

El cambio se sentirá desde que el momento en que el visitante pase el umbral de la Fiscalía. Ser mujer, de hecho, le imprime un carácter diferente al cargo. Con ella llegaron los detalles. Las flores y el trato amable con la gente. Y esto no es una banalidad. Pero también la templanza, la rectitud, la ponderación y la justicia.Justicia de comienzo a fin. Sin ser feminista ni gustarme las odas alrededor de la condición femenina, creo que en algunos aspectos, el género marca la diferencia.De allí que la llegada de Viviane Morales a la Fiscalía significará un cambio drástico. Un revolcón pero también un aire fresco en esa institución donde gobierna la intimidación y la arrogancia. Una institución tomada por hombres encorbatados, de saco oscuro, abogados de miradas sombrías, insuflados de vanidad y enceguecidos en la guerra de egos con un poder intimidante, a quienes con frecuencia se les olvida su rol: el de juzgar con equilibrio.Su presencia será como ha sido la revolución de las mujeres en el Siglo XX, una revolución tan silenciosa como profunda que cambió drásticamente el mundo. Así será la llegada de Viviane Morales, una mujer que además de su formación académica, que se da por descontado -fue colegial del Rosario-, es un ser lleno de humanidad. Que ha conocido el dolor. El éxito, el triunfo pero también la derrota. Una mujer que ha transitado con entereza el desierto, los malos momentos, la pérdida de su ojo izquierdo producto de una sorpresiva enfermedad, que ha tenido que pelear para lograr la custodia de sus hijos, que a pesar de sus profundas convicciones ha sabido tomar distancia de las instituciones religiosas y los fanatismos. Una mujer que asumirá el desafío con la pasión y el compromiso con los que ha asumido sus rupturas personales, poniendo por delante el esfuerzo, la disciplina y la honestidad.En sus manos estará la administración del presupuesto de un billón de pesos, el 50% del presupuesto de la Justicia. Otra virtud femenina, probada en el día a día del manejo del hogar. Allí, nuevamente el país le medirá su verticalidad. Viviane se ha comprometido a enfrentar el crimen organizado y la corrupción, la de los funcionarios públicos pero también la de los del otro lado, los del sector privado, tan actores los unos como los otros en el delito. Y la lucha contra este mal que tiene ahogada a Colombia, la librará de la mano de otra mujer, Sandra Morelli, quien desde la Contraloría General ha dado señales de un talante inquebrantable. Sandra Morelli con los escasos dos meses que lleva en el cargo, ha destapado la olla de burocracia y malversación politiquera de su antecesor, y ha emprendido unas peleas que la reflejan de cuerpo entero: se opuso al anticipo de regalías, se le metió de frente a la nómina paralela que la propia entidad que asumió dirigir, a los gastos reservados del DAS, a los contratos de concesión minera; enfrentó el cartel de la corrupción de los contratistas que han merodeado las finanzas públicas de Bogotá. Me entusiasma el nuevo escenario del país con estas dos mujeres al frente de dos instituciones definitivas para soñar con un país distinto: el control del manejo de los recursos públicos y el ejercicio de la Justicia. Con ellas, podemos dormir tranquilos.