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El mundo de lo desechable

En un entretenido texto el escritor uruguayo confiesa que odia el mundo...

13 de julio de 2012 Por: María Elvira Bonilla

En un entretenido texto el escritor uruguayo confiesa que odia el mundo de lo desechable. La obsesión moderna por botar las cosas y andar cambiando de todo. Su reflexión coincide con el de muchas a quienes, eso de estar a la moda no nos trasnocha. Dice Galeano:“No me acostumbro a andar por el mundo tirando cosas. Cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco. No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! A nuestra generación siempre le costó botar. Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. ¡¡¡Nooo!!! o no digo que eso era mejor. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el computador todas las navidades. Vengo de un mundo en el que las cosas se compraban para toda la vida! ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza. Ahora, todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.A este pobre tipo al que lo educaron con el ‘guarde y guarde que alguna día las cosas pueden volver a servir’ pasarse al ‘compre y bote que ya se viene el modelo nuevo’. A mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre. Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no.¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Mientras que las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas aparentan dejar de servir. Hoy no sólo los electrodomésticos son desechables, sino también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.No quiero comparar objetos con personas, pero algo parecido ocurre. A los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, a los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, se valora más a los lindos, con brillo, pegatina en el cabello y glamour. Aunque sólo quería hablar de pañales y de celulares, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la ‘bruja’ como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la ‘bruja’ me gane de mano y sea yo el entregado”. Un mundo éste tan terrible para los guardadores de objetos y recuerdos que los apartamentos nuevos no tienen ni closets ni cuartos de rebrujo.