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El día después

El regocijo del Premio Nobel contribuyó a que el presidente Santos y su equipo de negociadores se olvidaran del día después. Una irresponsabilidad mayúscula, por decir lo menos, que puede estar conduciendo al país a una nueva espiral de guerra.

26 de julio de 2018 Por: María Elvira Bonilla

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas recibió un informe sobre la lamentable implementación del Acuerdo de paz con las Farc. El vicepresidente, general(r) Óscar Naranjo, ha sido el encargado de dar la cara frente esa organización en Nueva York y responder al memorial de agravios que deja muy mal parado no solo a Santos sino al país. Y más cuando fue precisamente Colombia la que solicitó la presencia de delegados de la ONU en todo el territorio para asegurar el cumplimiento del Acuerdo por las partes. El supuesto inicial era que los guerrilleros de las Farc faltarían a la palabra empeñada y que el Estado estaba preparado para de manera organizada comenzar la transición en los llamados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación. Las cosas han sido al revés y el gobierno, con la cola entre las piernas, ha tenido que responder a la evaluación -drástica pero diplomática- de la misión en cabeza de Jean Arnault.

El informe que reventó esta semana, si bien reconoce que las de este año fueron las elecciones más pacíficas en la historia reciente del país y se consiguió tramitar el 90% de las leyes en el Congreso -aunque con modificaciones sustantivas-, la rajada en su implementación en el territorio es monumental.

Para comenzar solo en el 2018 han sido asesinados 121 líderes sociales y 51 exguerrilleros han sobrevivido a atentados con arma de fuego, una cifra que se estrella con el espíritu de cualquier proceso de paz. Un punto medular, el de la sustitución de cultivos de coca se ha cumplido solo en el papel, porque de las 77 mil familias que firmaron los pactos con el gobierno solo la mitad han recibido los beneficios prometidos.

El futuro de los 7.000 desmovilizados no puede ser más desalentador para ellos, convirtiéndose en un estímulo perverso para regresar a las armas en cualquiera de los bandos ilegales. De las 77 cooperativas que han organizado, solo ocho han sido registradas oficialmente y sin el respaldo económico requerido. No se han entregado formalmente hectáreas de tierra, de manera que la mayoría de proyectos agrícolas han sido auto gestionados por los mismos exguerrilleros. ¡Qué pena!
Y esto sin hablar de los millonarios recursos recibidos de países donantes completados por el presupuesto nacional que están siendo sometidos a una drástica auditoria de la Contraloría que entregará resultados, también poco halagadores, en los próximos días.

Los Acuerdos son para cumplirlos. Los menores y los mayores, le recordarán al vicepresidente Óscar Naranjo en la ONU. El regocijo del Premio Nobel contribuyó a que el presidente Santos y su equipo de negociadores se olvidaran del día después. Una irresponsabilidad mayúscula, por decir lo menos, que puede estar conduciendo al país a una nueva espiral de guerra que tendrá que enfrentar el gobierno de Duque.

Adéndum: La llamada a indagatoria al presidente Uribe y al representante Álvaro Hernán Prada está soportada en horas de grabaciones de reuniones del testigo Juan Guillermo Monsalve en La Picota que demostrarían la intención de cambiar su testimonio. El documento hecho público de 13 páginas firmado por los tres magistrados de la sala penal, es preocupante. Esta vez se trata de un tema judicial y no un debate de opinión público en el que ojalá sea la Corte la que tenga la última palabra.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla