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Duque y su talente turbayista

El talante presidencial: suave, discreto, ponderado, lo hacen ver como un gobernante débil, indeciso, junior. Pero en realidad lo que Iván Duque hace con habilidad es manejar el poder al estilo ‘turbayista’, que en pocas...

18 de julio de 2019 Por: María Elvira Bonilla

El talante presidencial: suave, discreto, ponderado, lo hacen ver como un gobernante débil, indeciso, junior. Pero en realidad lo que Iván Duque hace con habilidad es manejar el poder al estilo ‘turbayista’, que en pocas palabras quiere decir: actuar sin hacer oleaje. Sin provocar confrontación, ni cazar peleas. Ir haciendo como quien no quiere la cosa, silenciosamente, a su manera. Avanzar sin perturbar. Duque, es un experto en aplicar el hagámonos pasito e incluso en temas tan cruciales como la lucha anticorrupción y su trámite legislativo dice que sí pero no, porque finalmente sus aliados políticos siguen el principio del expresidente Turbay de aceptar la corrupción, mientras sea en sus justas proporciones. Y así manda, más de lo que la gente cree, Iván Duque. Lecciones aprendidas en su casa, desde la infancia, bajo la batuta de su papá Iván Duque Escobar, el más turbayista de los turbayistas junto a Jorge Mario Eastman, quienes terminaron incluso imitando la pinta de corbatín del expresidente liberal.

Uno de los últimos ejemplos es su manejo con el alcalde encargado de Santa Marta. El pasado 21 de marzo fue separado del cargo el alcalde Rafael Martínez, quien está en detención domiciliaria. El movimiento Fuerza Ciudadana que lo avaló presentó al momento la terna para el presidente Duque escogiera su reemplazo. Una exigencia constitucional como mandato democrático legítimo. Pero velozmente la Casa de Nariño entronizó en el cargo a Andrés Rugeles, una cuota de la vicepresidente Martha Lucía Ramírez, quien fungía de secretario de Transparencia, quien se ha ocupado de abrirle la puerta a la clase política samaria que fue derrotada por primera vez con Carlos Caicedo en 2011 y luego con su sucesor el suspendido Rafael Martínez. No hay antecedentes de un presidente nombrando provisionalmente en un cargo de elección popular a un contradictor político cuya misión sea desmontar el plan de desarrollo votado por los electores como ocurre con Rugeles.

Los políticos samarios se turnaron durante décadas el gobierno local dejando un saldo vergonzoso. Las finanzas públicas vueltas botín de privilegios auspiciado por el nefasto y casi siempre corrupto matrimonio de políticos y empresarios; una ciudad ahogada financieramente; los servicios públicos desfalcados en complicidad con la corrupción española y unos de los peores indicadores sociales de salud, educación y vivienda. Los samarios les pasaron la cuenta y votaron masivamente por Caicedo, un carismático político de izquierda que se convirtió en un fenómeno regional.

La situación judicial de su sucesor Rafael Martínez fue la oportunidad para que, en una amanguala de baja calaña, gobierno nacional y clase política samaria, con los Cotes y Díaz Granados a la cabeza, se unieran para retomar el gobierno local por la puerta de atrás. Al mejor estilo turbayista, Duque se ha propuesto ganar tiempo haciéndose el de la vista gorda, incluso frente a los llamados de las instancias judiciales, para mantener de manera irregular a Rugeles en el cargo. El propósito es evidente: asfaltarle la ruta de regreso a los cuestionados políticos samarios el próximo octubre. Una burla frontal a las reglas democráticas que raya con el cinismo y que puede devolverse como boomerang. Así no es Presidente.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla