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Desigualdad extrema

Las cifras no caben fácilmente en la cabeza. Por estrepitosas, por desproporcionadas,...

23 de enero de 2015 Por: María Elvira Bonilla

Las cifras no caben fácilmente en la cabeza. Por estrepitosas, por desproporcionadas, por injustas. Si toda la riqueza del mundo se repartiera en dos tajadas iguales, una sería para el 1% más rico del planeta y la otra, para el resto de los mortales. La pobreza se refiere a aquellas personas que no tienen garantizado el pan diario: una de cada nueve personas en el mundo no tiene suficiente comida. Y más de mil millones de personas tienen que sobrevivir con 1,25 dólares, tres mil pesos. El 80% de las 7 mil millones de personas que habitan el planeta vive con menos del 5,5% de la riqueza mundial porque la mitad  de la riqueza que no está acaparada por el 1% más rico, también está distribuida de forma inequitativa.Con el progreso de la humanidad, un mayor desarrollo educativo y tecnológico se supondría que las diferencias deberían haberse acortado, pero al contrario la brecha entren ricos y pobres se ha profundizado. En el año 2009, este grupo del 1% más rico (78 millones de personas), poseía el 44% de la riqueza. En 2014, concentró el 48% y el año entrante llegará a la mitad. Este será el escenario del 2016 según el informe que presentó Oxfam, una fundación dedicada a trabajar para morigerar la pobreza en el mundo, en el Foro Mundial de Davos a donde aterrizaron 1.600 jets privados de propiedad de los protagonistas del estudio. Esta riqueza no llega sola sino que va de la mano de las relaciones de poder con los sectores políticos que permite enlazar recursos de la contratación pública para sus grandes negocios. El informe explica cómo en el llamado lobby, que es el relacionamiento con el poder para favorecer intereses específicos, las empresas de los sectores financieros, de seguros y farmacéuticas, que concentran a una buena parte de los millonarios, invierten alrededor de 500 millones de dólares anuales. Y también en campañas políticas, como ocurrió con los 571 millones de dólares que destinaron los grandes grupos financieros norteamericanas en la campaña electoral para la presidencia del 2012. Entre ese 1% de grandes millonarios, que son 73 millones de personas, una tercera parte son estadounidenses. Y entre éstos, 80 individuos tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población  del globo. Su fortuna se duplicó en los últimos cinco años, entre el 2009 y 2014, logrando incrementar su fortuna a razón de medio millón de dólares por minuto.  El colombiano Luis Carlos Sarmiento, con una fortuna anclada en el sistema financiero, forma parte de este selecto grupo; ocupa el lugar 79. Si se piensa que Colombia es uno de los países más desiguales del mundo puede entonces calcularse el peso determinante que tiene la fortuna de Sarmiento en el equilibrio –o desequilibrio- de poderes en lo económico político y ahora mediático en nuestra una frágil democracia. Solo un cambio de reglas puede modificar estos niveles de desigualdad extrema que no se dan por ejemplo en los países nórdicos. Un cambio que pasa por decisiones políticas que los gobiernos no parecen estar decididos a implementar porque usualmente llegan al poder con el apoyo de los mismos, un círculo vicioso que solo excepcionalmente el voto ciudadano ha logrado romper para que los gobiernos actúen de cara al beneficio del bienestar de la mayoría.