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Cuando la copa se rebasa

Cinco firmas de ingenieros: Nule, Odinsa, Solarte, Conalvías, y Sainc, monopolizaron la...

22 de octubre de 2010 Por: María Elvira Bonilla

Cinco firmas de ingenieros: Nule, Odinsa, Solarte, Conalvías, y Sainc, monopolizaron la contratación pública de Bogotá por un valor superior al billón de pesos. El mecanismo que emplean se repite: ganan la licitación y al día siguiente comienza el menudeo de las subcontrataciones con compañías menores. Segmentan los contratos y los reparten, por andenes, por cuadras. El resultado: una ciudad caotizada, con centenares de frentes de obras por las que nadie responde. Quedan las obras a medio terminar porque la responsabilidad del subcontratado tiene unos límites específicos. A cada contrato el gran contratista mayor le saca jugo y cobra un retén económico que después se transforma en causal de reclamación, generando un escenario de pulso entre entidades públicas que suele resolverse a favor de los contratistas.El desangre para la ciudad y para el Estado es incalculable. Porque este mismo esquema se repite en todo el país, donde la concentración del trabajo de ingeniería que se ha dado en los últimos ocho años es similar a la de Bogotá. Unos grande pulpos, llenos de codicia, que se ganan todas las licitaciones y que también las subcontratan a costa de los resultados finales como ha ocurrido con la fatídica Medellín-Quibdo, para dar sólo un ejemplo. Ruedan los recursos públicos por la geografía del país y la infraestructura vial sigue sin despegar.A juzgar por las denuncias realizadas el miércoles pasado por el ex candidato presidencial Gustavo Petro, el senador Avellaneda y el concejal Carlos Vicente De Roux, la corrupción en forma de sobreprecios, reclamaciones y comisiones está en el corazón de esa millonaria contratación. Con detalles demostraron cómo su propio Partido, el Polo Democrático, desde el Gobierno Distrital ha traicionando sus ideales y propósitos de ética ciudadana y de generación de bienestar colectivo que tanto pregonan. Iván Moreno Rojas ha sido durante los tres años de administración de su hermano Samuel, un fantasma con sus tentáculos amenazantes en las oficinas de los funcionarios del Distrito, del que se rumoraba, pero nadie se atrevía a señalar y menos a vincular directamente con los negocios. El tema de las comisiones y el control de las entidades a través de empleados de segunda línea en puestos claves era un rumor a voces que sólo el coraje de estos tres ciudadanos ha permitido desenmascarar.La ambición desbordada de los Moreno Rojas es igual a la de los muchachos Nule, que en menos de diez años se convirtieron en la firma contratista más grande del país, a punta de combinar perversas fórmulas derivadas de la mentalidad mafiosa del todo vale y el CVY que se ha ido entronizando en el alma colombiana.La tormenta se desató. La rabia ciudadana crece, y ésta, unida al escenario de insatisfacción general que se respira en Bogotá, coloca al gobierno de Samuel Moreno en una difícil situación de gobernabilidad. Cali tiene por delante el reto de la construcción del paquete de megaobras pagadas con el sudor del trabajo de los caleños. Lo ocurrido en Bogotá tiene que servir como lección tanto para el Alcalde como para la ciudadanía, que vigilante debe asegurar que no se repita la historia capitalina. Que da asco.