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Campaña de bostezos y arrogancia

Nada más patético y revelador del talante que tiene la aburridora y...

11 de abril de 2014 Por: María Elvira Bonilla

Nada más patético y revelador del talante que tiene la aburridora y precaria campaña presidencial en la que estamos inmersos, que la imagen de las tres sillas vacías junto a los candidatos, Marta Lucia Ramírez y Óscar Iván Zuluaga en un foro convocado por la Universidad de los Andes, la Cámara de Comercio de Bogotá, Congreso visible y El Espectador. Este mismo cuadro se había repetido a comienzos de la semana en otro foro en la Universidad Nacional sobre la educación superior, al que si asistió la candidata del Polo Democrático Clara López. Fue allí donde se acordó que los ausentes serían castigados con sillas vacías para explicitar su indolencia frente al debate público. Enrique Peñalosa y Juan Manuel Santos no han asistido ninguno de los foros, y este último quien tiene la gabela de ser Presidente-candidato y por tanto le llueven los escenarios y los recursos gubernamentales, advirtió que tampoco lo haría a futuro. Grave la ausencia de Peñalosa, cuando se trata de alguien que aunque ha despertado un sorprendente interés y expectativa, como alternativa frente a la polarización Uribe-Santos, no se conoce mucho más allá de Bogotá. Bien haría en presentar sus ideas y propuestas de país más allá del escenario urbano, por el que se conoce. ¿Por qué Santos no quiere dejarse confrontar en escenarios públicos? Porque su estrategia, muy al estilo de su asesor JJRendón es ganar de cualquier manera, a como dé lugar. Y una de sus principales tácticas será la de cobrar en votos la mermelada que le untaron a la recua de parlamentarios, especialmente sus copartidarios del Partido de la U y los favorecidos con las dádivas de Palacio de la Unidad Nacional, y para eso no se necesitan ideas. Santos sabe que a diferencia de Álvaro Uribe, quien encaró su reelección con un favoritismo avasallador por la tarea que había cumplido en los primeros cuatros años de gobierno frente a la seguridad, el orden público y el doblegamiento militar a las Farc, que los electores premiaron con creces, los resultados de su gobierno están por verse, casi que en todos los frentes distintos al económico, que por lo demás está atado a la dinámica internacional. JJRendón no quiere que se exponga ni confirme su falta de liderazgo, carisma y convencimiento que la encuestas le tienen medido. Sabe mejor que nadie que su triunfo en el 2010 tuvo la impronta de Álvaro Uribe, quien en estas elecciones está en la orilla contraria. Como están las cosas será la maquinaria de la cuestionada clase política, estragada de mermelada, la definitiva en su eventual reelección. Y seguro se la jugará con ellos con acuerdos que están lejos del debate de las propuestas. Si duda una victoria pírrica. Pero esta actitud de arrogancia y sobradez, que puede haber contagiado a Peñalosa puede terminar teniendo un costo alto, más en su caso, que es el de un candidato en construcción. La gente reacciona y castiga de una manera insospechada y aunque estemos en un campaña que solo suscita bostezos y aburrimiento, carente de ideas, de propuestas, de imaginación y de sueños, la impredecible la opinión pública pueden terminar pagándoles con un masivo voto en blanco, como lo advierten las encuestas, que sería sin duda el castigo mayor.