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Antropofagia a la colombiana

No es fácil de entender por qué el gobierno Santos insiste en...

30 de marzo de 2012 Por: María Elvira Bonilla

No es fácil de entender por qué el gobierno Santos insiste en no apoyar la candidatura del vallecaucano José Antonio Ocampo para la Presidencia del Banco Mundial. Ocampo cuenta con el respaldo del bloque de países emergentes y fue inscrito por República Dominicana, con el apoyo del Brasil. La campaña tendría el apoyo de distintos países, con lo cual lo único que se pedía, era un guiño político a favor del coterráneo porque un comportamiento adverso resultaba incomprensible. El propósito de los países emergentes no podía ser más loable: intentar poner fin a la regla pactada de sucesión por medio de la cual los países europeos escogen quién dirige al Fondo Monetario Internacional y los Estados Unidos al Banco Mundial. Precisamente porque las grandes potencias han mostrado fallas que han conducido al descalabro en la dirección de la economía mundial, sonaría lógico un cambio de tercio. Colombia no la vio. La imagen de Ocampo por fuera del país no se compadece con lo que ocurre domésticamente donde pareciera que siquiera se recuerda el rol que tuvo como ministro de Hacienda, Agricultura y director de Planeación. En periódicos como The Finantial Times, articulistas como Kevin P. Gallagher defienden su candidatura con palabras elogiosas como las que publicó en el artículo ‘Por qué Ocampo y no Kim’ debería ser el próximo presidente del Banco Mundial. Ocampo tiene la mayor de las credibilidades en la toma de decisiones de política y como diplomático trabaja bien tanto con los Estados Unidos como con los países en desarrollo; y es un académico y economista líder en el área de desarrollo económico. Tiene un conocimiento detallado y experiencia trabajando con agricultores grandes y pequeños y en proyectos de infraestructura e inversión que son necesarios para el crecimiento económico sostenible, una experiencia fundamental dada la actual crisis alimentaria a nivel mundial. Actualmente es un miembro de un Grupo de Trabajo de alto nivel, cuyo objetivo es ayudar a los países a prevenir y mitigar futuras crisis.Fue secretario ejecutivo de la Cepal, con sede en Chile y luego fue nombrado Subsecretario General de la Naciones Unidas para Asuntos Económicos en tiempos de Kofi Annan. No sólo tendría Ocampo una legitimidad global acompañada de una relación especial con los Estados Unidos, es visto como uno de los economistas del desarrollo más destacado en la academia, ocupado por los temas del mercado laboral, desigualdad, deuda pública, educación, macroeconomía, innovación industrial, cambio climático y desarrollo sostenible. Al finalizar el siglo pasado, en vez de escuchar al consenso de Washington, muchos países en desarrollo tomaron las riendas de sus asuntos en sus propias manos. Desde entonces el mundo en desarrollo ha crecido más rápido que los países más ricos, han reducido la pobreza notoriamente y han evitado lo peor de la crisis financiera que se originó en los Estados Unidos. Han hecho méritos para darle un giro a la orientación del Banco Mundial. Sin embargo, en la tradición colombiana, rodillona frente al Imperio del Norte, el Gobierno parece sentirse más cómodo con un norteamericano en la cabeza del Banco que con un compatriota capaz. Una vez más, se impone la antropofagia nacional.