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La nueva alternación de poder

Colombia comenzó a masticar la idea de que un Presidente de la...

20 de noviembre de 2013 Por: María Alejandra Villamizar

Colombia comenzó a masticar la idea de que un Presidente de la República repitiera su mandato hace ocho años. Era una figura extraña dada la tradición de alternación partidista del poder acordada por las elites. La clase dirigente que se ha reciclado a sí misma en cada periodo presidencial porque el sistema estaba diseñado para perpetuar ese ritmo. Por eso la reforma constitucional tuvo tal impacto y hoy Santos enfrenta una larga lista de asuntos por resolver para adoptarla sin traumatismos. Se va a lanzar, pero, ¿tiene que hacerlo?Echemos una mirada rápida atrás. La reelección llegó al escenario de la mano del fenómeno político que se llamaba Álvaro Uribe Vélez. Un político de raza que embebido en una personalidad mesiánica rompió los esquemas tradicionales del ejercicio del poder y se propuso remover esa arraigada tradición, para ejercer como un profeta la evangelización eterna de su rebaño. Se quedó un periodo más y no fue una grata experiencia, ni para él, ni para el país.Sin perjuicio de reconocer que la figura aún está en proceso de acomodamiento del sistema político y que la de Santos será la primera campaña reeleccionista en condiciones, digamos, normales, es decir sin los malabares ‘yidisescos’ que hizo Uribe para obtener el permiso constitucional, cabe cuestionarse si la reelección le conviene en verdad a un país que se propone conseguir una apertura democrática en la que participen nuevos actores de la sociedad. Quizá la reflexión caiga en el abismo, dado que las circunstancias son las que son, pero la permanencia en el poder de Santos rodeado de los partidos de la Unidad Nacional, planteará un nuevo círculo en su enfrentamiento con el uribismo con un asiento grande en el Congreso. Lo que propiciará que lejos de construir un proyecto de Nación, sigamos perdiendo el tiempo y lacerando las instituciones en una nueva disputa por el poder con el telón de fondo de no poner punto final a al guerra. Ya no serán liberales y conservadores los que van a turnar el poder para no matarse, sino que la nueva alternación del poder, que se argumentará en su momento con el mismo fin, será entre uribistas y el resto del establecimiento político. Lo cual es un nuevo cierre a otras opciones que surjan de los escenarios que propone un proceso de paz, o sino éste, de la modernización deseada de la democracia. Así las cosas, que se lance Santos es su derecho y responde a la lógica política. Que lo haga con el argumento de salvar el proceso de paz lo es también. Sin embargo la reelección de Santos antes de ser una resignada consecuencia del permiso constitucional, debería ser una decisión que logre cerrar heridas y no por el contrario que las profundice.