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El fin del afán

De pronto todos tienen afán. Corren y corren; hablan del tiempo que...

11 de septiembre de 2013 Por: María Alejandra Villamizar

De pronto todos tienen afán. Corren y corren; hablan del tiempo que se acaba, del plazo que se agota, de la necesidad de avanzar, de agilizar, de llegar pronto a la meta, de cumplir unos periodos, de acortar la espera. El tiempo se ha vuelto el eje central del discurso político nacional y la motivación principal para la toma de decisiones y muchas de ellas de gran trascendencia. Pero los conflictos del país, los sociales, los políticos, los armados, ninguno es recién llegado a nuestra realidad, ni son producto de un accidente, ni de generación espontánea. Por lo tanto sus soluciones no son a corto plazo, ni se logran a las carreras. A buena hora le dio al Estado por parecer diligente y efectivo para resolver los asuntos que llevan décadas esperando soluciones y que por más interés en echarle carbón a las locomotoras (no solo las del gobierno) no andan más rápido.El escenario global que ha puesto a todo el mundo político sobre patines, es la reelección. Es obvio, cada día el horizonte de permanencia para este gobierno es más incierto y las encuestas, que marcan un panorama apocalíptico abren las puertas para que cualquier cosa pueda aparecer de repente en el camino. Tiene razón Santos de pensar con el deseo, pero como dice el dicho campesino, ahora que estamos reencontrando nuestros orígenes, “no por madrugar, amanece más temprano”. La reelección Presidente, la logrará si hace las cosas bien hechas, y no llegará si se precipita, si en el afán pierde el rumbo, si no encuentra el equipo idóneo para realizar las tareas, si por querer llegar de primero, acude a la improvisación.Es La Habana el lugar donde se concentra la preocupación, y por eso hay que correr a defender el Marco para la Paz, y a presentar los proyectos de ley que abran puertas a la refrendación. Es la mesa de diálogo con las Farc la que consigue que le caigan al Presidente y a su equipo, las gotas de sudor frío que insinúan síntomas de enfermedad. Y tiene lógica que piensen que la hora de las definiciones está llegando; sin embargo, Presidente, el tiempo solo está mostrando que las cargas desbalanceadas se están reacomodando. Y la transición, que busca su proceso de paz, no se logra de la noche a la mañana. Usted no tiene permiso para hacer mal este proceso de paz. La sociedad que lo acompaña no le va a permitir que se equivoque.Los paros, el agrario sobretodo, son una demostración de ello. El levantamiento social ha demostrado que no tiene afán por resguardarse en su tímida e histórica resignación. Las voces que aumentan su volumen son parte del escenario del nuevo país que se está formando a medida que avanza el proceso, y que hace el giro a la inclusión y al diálogo. Destorcer la política excluyente, el ambiente de la intimidación, entender que debe bajar la intensidad de la confrontación armada, la preparación de las pistas de los aterrizajes de los que deben aterrizar, todo eso está pasando y toma tiempo. Y ese escenario, Presidente, no es para pruebas de velocidad, sino de fondo. Piénselo y con rapidez decrete el fin de afán.