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A la masacre en el club Pulse en Orlando acaecida el pasado...

15 de junio de 2016 Por: Marcos Peckel

A la masacre en el club Pulse en Orlando acaecida el pasado fin de semana no hay que darle muchas vueltas; se trata de un ataque perpetrado por un individuo indoctrinado en la ideología del Islam Radical que simplemente hizo lo que creía era lo correcto; ir a matar gays pues el homosexualismo según la ley islámica, Sharia, es “sodomía que debe ser castigada por la muerte”.Otro individuo seguidor de la misma ideología en otro lugar pudo haberse colocado un cinturón de dinamita e inmolado en cualquier parte para matar a aquellos que el Islam Radical considera herejes, enemigos, traidores o cualquier cosa. Así intentaron asesinar en Pakistán a Malala Yousafsai por simplemente querer estudiar, aniquilaron al cineasta holandés Teo Van Gogh por atreverse a criticar el trato que el Islam le da a las mujeres, así estrellaron dos aviones contra las torres gemelas, explotaron los metros de Madrid, Londres y Bruselas, la discoteca en Bali, los restaurantes, pizzerías y buses en Israel, la mutual judía en Buenos Aires y la escuela de Beslán. La lista se hace interminable. Son los mismos que en Oriente Medio, shiitas y sunitas radicales libran una guerra fratricida que ha dejado centenares de miles de víctimas y una tierra arrasada que no se veía quizás desde que Roma aniquiló a Cartago.Es una ideología tóxica que no se combate con frases de cajón como “el Islam es religión de paz”, o “eso no tiene nada que ver con el Islam”, o “se trata es un hecho aislado”. Desde que Osama Bin Laden declarara la guerra contra Occidente en 1998 en su Fatwa ‘Frente islámico global contra los cruzados y los judíos’ y el Ayatola Khomeini, líder supremo de la República Islámica de Irán, emitiera su Fatwa declarándole la muerte a Salman Rushdie por su obra ‘Los versos satánicos’, el mundo ha sido testigo de una guerra que el Islam radical le declaró a la sociedad occidental y su valores más preciados: libertad, pluralismo, tolerancia, diversidad, y convivencia. En la última década más del 95% de los atentados terroristas en el mundo han sido cometidos por organizaciones seguidoras el Islam radical.A lo anterior se agrega que la geopolítica y la anarquía imperante en algunas regiones se han vuelto cómplices del radicalismo. La guerra civil en Siria frente a la cual el mundo se cruzó de brazos ignorando la matazón dio origen a Daesh -el Estado Islámico- y su ideología salafista nihilista que ha escalado varios peldaños en la barbarie para llevar a cabo sus designios y haciendo uso de una brillante campaña en redes sociales, ha logrado atraer a lo más ‘granado’ de los jóvenes que tanto en Europa como en países musulmanes de Asia y Medio Oriente se han radicalizado ya sea oyendo sermones de imanes en Mezquitas o a través de la red.Hoy en Orlando, mañana en cualquier lugar del mundo es la nueva realidad. Puede ser por una gran organización con detallados planes, sofisticado armamento y compleja logística o como en los casos de Orlando, San Bernardino y Boston, un individuo presto a actuar. Los yihadistas golpean donde pueden hacerlo y donde puedan obtener mayor rédito propagandístico.Este estado de cosas está creando una tormenta perfecta para el oportunismo de la extrema derecha y la extrema izquierda, para los Trump, Le Pen, Brexit, y embelecos similares, porque como ha ocurrido en tantos episodios de la historia el remedio termina siendo peor que la enfermedad.