El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

Microbios y bacterias

Olvidémonos de armas químicas o bombas atómicas cuyo uso depende que alguien en alguna estancia subterránea oprima un botón.

18 de febrero de 2020 Por: Marcos Peckel

Olvidémonos de armas químicas o bombas atómicas cuyo uso depende que alguien en alguna estancia subterránea oprima un botón. Lo que mata de manera silenciosa, descontrolada, repentina son los bichos. Grandes son los progresos científicos que ha hecho la humanidad para enfrentar esos seres invisibles pero que en épocas pretéritas llegaban y mataban sin cesar y tal como llegaban, desaparecían.

La más conocida de todas, la llamada peste negra o simplemente ‘la peste’, devastó Europa en el Siglo XIV y acabó con la vida de entre un tercio y la mitad de la población del viejo continente, entre 25 y 40 millones de muertos. Ésta se originó aparentemente en una bacteria portada desde las estepas mongolas por comerciantes italianos. Génova fue la primera ciudad atacada por la peste y de ahí saltó al resto del continente. La mitad de la población de las islas británicas sucumbió a la plaga. La gente fallecía en las calles y ahí permanecían los cadáveres temerosos los transeúntes de contraer la enfermedad si los recogían. Nadie se salvó de la plaga: nobles, señores feudales, damas de la sociedad, plebeyos y esclavos y como poco se sabía sus causas, la saña popular recayó sobre las minorías especialmente los judíos acusados de propagarla. La plaga que sufrió rebrotes hasta 300 años después tuvo significativos efectos en la sociedad europea, fue uno de los factores que abrió las puertas al renacimiento, causó una reacomodación de las jerarquías y un cuestionamiento a la todopoderosa Iglesia Católica por su incapacidad de detener la muerte.

No se habían aún silenciado los cañones de la Primera Guerra Mundial cuando estalló la gran pandemia de influenza, de gripa, alrededor del planeta, la cual afectó a un quinto de la población mundial y causó la muerte de decenas de millones de personas, la cifra exacta imposible de determinar, pero se estima en unos 40 millones en los cinco continentes. En India falleció un 5% de la población del subcontinente, unos 15 millones, lo cual fue detonante para desatar la lucha de Mahatma Gandhi contra los británicos a quienes acusó de causar la pandemia por el reclutamiento de millones de hindúes para la guerra en Europa.

En tiempos más recientes entre 2013 y 2016 África occidental fue azotada por la epidemia del Ébola que causó la muerte a unas 15 mil personas y cuyos rebrotes posteriores han dejado igualmente una estela de muerte. La relativamente baja cifra de fatalidades se debe a la existencia de la Organización Mundial de la Salud la más exitosa institución de Naciones Unidas que se movilizó logística y científicamente para detener la epidemia. Las epidemias de gripa H1N1 y Sars también tuvieron en la OMS una repuesta adecuada.

Estrenamos década con el Coronavirus o su nombre científico Covid-19 del que poco sabemos más allá de las truculentas imágenes de un crucero de lujo anclado en el puerto japonés de Yokohama con tres mil pasajeros a bordo y un número indeterminado de afectados, que ya sobrepasa el medio millar, ciudades en China en cuarentena y aisladas y millones de personas deambulando con máscaras en sus rostros. Patente ha sido la poca transparencia China respecto al virus y su expansión, la censura de información científica y el silenciamiento de los médicos que han estado en el frente de batalla contra el virus. Indiscutiblemente el efecto en la economía será severo: fábricas cerradas, miles de viajes cancelados, estratosféricos costos médicos y una creciente desconfianza en las autoridades del Partido Comunista Chino. Historia en desarrollo.

Sigue en Twitter @marcospeckel