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40 príncipes

Entre la imparable violencia en Siria y la opereta de las elecciones...

20 de junio de 2012 Por: Marcos Peckel

Entre la imparable violencia en Siria y la opereta de las elecciones en Egipto con parlamento disuelto y Ejército asumiendo el poder, la noticia menos mediática fue la muerte, a la edad de 78 años, del príncipe heredero de la corona de Arabia Saudita, Nayef bin Abdul Aziz al-Saud.El trono de la monarquía saudita, uno de los puestos más poderosos del planeta, se lo han disputado los 40 hijos que engendró el fundador de la Nación, Abdel Aziz ibn Saud, con sus varias esposas, de las cuales poco se conoce. La sucesión en Arabia Saudita es un fascinante proceso precedido de conspiraciones, intrigas y confabulaciones características de esta monarquía absoluta familiar que ha padecido además derrocamientos y asesinatos.El actual monarca Abdullah bin Abdul Aziz al Saud, de 88 años, en el poder desde 2005, es uno de los 40 hermanos que rondan ya los 70 y 80 y que ocupan casi todos los ministerios y gobernaciones. El paso a la siguiente generación donde se hacinan centenares de príncipes, promete ser caótico y podría poner en peligro la continuidad de la monarquía.Asentada sobre un inmenso mar de petróleo, la dinastía saudita juega un rol preponderante en la geopolítica global. Arabia Saudita fue cofundador de la Opep y de la Conferencia Islámica y es actualmente miembro del G-20. El país prestó su territorio e hizo parte de la coalición que recuperó Kuwait en le primera guerra del golfo contra el Iraq de Sadam Hussein.Inmersa en un épico conflicto regional con Irán, exacerbado por el estallido de la primavera, el reino ha jugado un papel clave financiando a los partidos islamistas que han llegado al poder en Túnez, Marruecos, Libia y Egipto, asegurando que los nuevos gobiernos hagan parte del bloque sunita y mantengan alejado a Irán. La frondosa chequera de petrodólares junto con la ideología religiosa son los puntales de la avanzada saudita en la región, similar a las legendarias conquistas árabes del Siglo VII que llevaron el islam y la lengua árabe a todas esas tierras.Meca es el centro del mundo islámico y cada año atrae a millones de peregrinos en el Hajj. El monarca dispensó unos 130 mil millones de dólares, según la BBC, a los habitantes del reino, para aplacar cualquier intento de revuelta.Los saudíes no dudaron en enviar sus tropas a Bahréin cuando las revueltas chiítas ponían en peligro la continuidad de la dinastía sunita de Al Kalifa y en Yemen aceleraron la salida de Saleh. En Siria, Arabia Saudita lidera los esfuerzos para derrocar a Assad. En Líbano e Iraq hay gobiernos aliados de Irán, pero los saudíes apoyan a la oposición, política y armada.Al interior del reino, las protestas de la minoría chiíta en la petrolera región al este el país, han sido implacablemente reprimidas. Arabia Saudita ha sufrido en el pasado masivos atentados terroristas por parte de afiliados de Al Qaeda.El régimen saudí sigue la línea radical islámica fundada por Mohamed Ibn Abdel al Wahab, quien en el Siglo XVIII se alió con Mohamed Ibn Saud y en los siguientes dos siglos se hicieron al control total del país, instaurando un régimen ultraconservador, cuya legislación se basa en la Sharia, y donde las mujeres no votan y no pueden conducir, entre otras muchas restricciones.La dinastía saudita, cuyo nombre lleva el país, ha sobrevivido, hasta ahora, todo tipo de desafíos, gracias a un hábil manejo político, represión, cooptación, radicalismo religioso, su alianza con Estados Unidos y las más grandes reservas petrolíferas del planeta.