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Dawkins pasó por aquí…

Richard Dawkins es un biólogo británico que estuvo en Colombia la semana pasada. Es un ateo activista. Argumenta que Dios es una ilusión creada por el hombre, un mito como cualquiera y que de tal manera debe entenderse.

15 de diciembre de 2017 Por: Manuel Maiguashca

Richard Dawkins es un biólogo británico que estuvo en Colombia la semana pasada. Es un ateo activista. Argumenta que Dios es una ilusión creada por el hombre, un mito como cualquiera y que de tal manera debe entenderse. Y dicho mito es un delirio en el cual viven en convicción millones de personas. Con esta premisa realizó una serie de debates con autoridades en teología en el país.

Hace ya muchos años comencé a dudar de la existencia de Dios y a través de lecturas entusiastas de biólogos y otros científicos me convencí de ello. Jared Diamond, Matt Ridley, Robert Wright, Richard Dawkins, Edward O Wilson y Stephen Jay Gould, sellaron esta trágica conclusión. No hay Dios.

De estos autores, el más aburridor me pareció Dawkins y el más entretenido y una pluma exquisita, Stephan Jay Gould. No hay frase que no sea brillante de este paleontólogo y biólogo. Sigo leyendo sus ensayos cuando me atropella el insomnio o simplemente cuando busco de nuevo una revelación deliciosa de la naturaleza. Dawkins es más complejo y sin esfuerzos en la lírica, pero su mensaje final en su libro más célebre, El Gen E goísta, es contundente: somos un accidente cósmico y la vida persigue la vida; esa conciencia, que es única en el reino animal, es súbdita de la genética y es ésta la dictadora final. Lo que catalogamos como amor, deseo, moral, orgullo, alegría, que pensamos es un milagro del ser humano, no es más que un atado de tretas que ha organizado la biología a través de millones de años para proteger la perpetuidad del gen. No del individuo. Somos un vehículo cargado finalmente de espermatozoides u óvulos que deben encontrarse y seguir y seguir. Lo mismo hacen las tortugas y los calamares en otras estrategias. Y basta.

Otro mensaje contundente de Dawkins es que el método científico es el único que minimiza la probabilidad de error. Hay que controvertir con evidencia, con hechos y su medición repetida, cada convicción debe tener un reto del intelecto curioso. Inclusive la religión. Convicciones provenientes de verdades sin elaboración científica son peligrosas. La línea entre la íntima fe y lo público son difíciles pero deben marcarse de manera rabiosa. La fe y su rito no pueden ser parte de la política ni de la salud pública ni de los derechos igualitarios. El delirio debe ser un refugio de cada cual para su continente espiritual. En épocas de las redes sociales esto es un mensaje fundamental. Y no tanto por la religión sino por el facilismo que nos permite arrojar las migajas de dignidad pública que queremos exponer sin siquiera pensar más de los caracteres permitidos.

En los últimos años, mi familia ha vivido una serie de sucesos extremos en exigencia emocional. Enfermedades brutales, muerte y conflictos. Ante cada ocurrencia, este ateo trata de entender y entender. Y a veces no se puede más. Qué falta hace ese Dios que veo en muchos, comprendo su propósito. Qué envidia no acogerlo. Dawkins pasó por aquí y su mensaje es contundente, irrefutable y maravilloso. Pero qué valiente.