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Cuento viejo

Pensar la elección en términos administrativos debería sacarnos del embrollo de la elección del candidato que más le conviene a Cali.

13 de octubre de 2019 Por: Mabel Lara

Pensar la elección en términos administrativos debería sacarnos del embrollo de la elección del candidato que más le conviene a Cali. Relaciones con el gobierno nacional, experiencia en cargos públicos y noción de desarrollo serían las motivaciones de la elección.

Pero hace algunos meses en este mismo medio, uno de los candidatos a la alcaldía manifestó que era el momento de que regresara al poder alguien de origen popular y dio por sentado que esa sería la única alternativa para unir y sacar adelante a la ciudad.

Si este fuera un punto de comparación deberíamos considerar que desde 1998 cuando se abrió la posibilidad de elegir a los mandatarios en Colombia ( y no me refiero a las designaciones o encargos por hechos de corrupción o destitución) la capital del Valle ha escogido a 7 empresarios o representantes del poder político (Trujillo, Villegas, Guerrero, Guzmán, Cobo, Guerrero y Armitage) y tan sólo 3 podrían identificarse como de orígenes populares (Jhon Maro Rodríguez, Apolinar Salcedo y Jorge Iván Ospina).

Si de distribución en la torta administrativa se tratara aquí hemos tenido políticos tradicionales, empresarios, periodistas y hasta alcanzamos a elegir a un ‘outsider’ político ciego que fue destituido, vea usted, por irregularidades en la contratación del sistema de recaudo de impuestos de la ciudad.

La procedencia hasta el momento no ha sido prenda de garantía de incorruptibilidad y buena gestión. Maurice Armitage es sin duda un alcalde carismático y antipolítico pero la realidad administrativa lo mostró en gran parte de su periodo enredado y hastiado de la gestión de lo público.

Aquí no se trata de orígenes sino de proyecto de ciudad. Qué cansancio el tono que tomó nuestra campaña local, con tres opcionados candidatos envueltos en episodios de desprestigio y enfrentamientos voraces, no nos hemos podido poner de acuerdo sobre quién es el personaje que va a dejar de dividir la ciudad entre ricos y pobres, ciudadanos de origen popular y empresarios.

Deja un sinsabor la decisión del candidato Ospina, teniendo derecho a la legítima defensa y a ser tratado como inocente hasta que se le demuestre lo contrario, de tomarse la plaza Jairo Varela y no hacerse a un costado ante la realidad de sus investigaciones. Y peor aún asquean las mentiras y fakes news que de la mano de las otras campañas han enrarecido el ambiente de la ciudad.

Ojalá los caleños le diéramos una lección a los políticos que usan el todo vale para hacerse elegir. No podemos seguir bajo el argumento de escoger el menos ‘peor’, o el voto de odio en retaliación. Necesitamos cuatro años de crecimiento continuo, nos hemos tomado bastante para retomar el rumbo y el compromiso es compartido; y lo digo yo que pese a vivir en otro lugar del país sigo creyendo en mi ciudad adoptiva y su potencial de crecimiento; por esto no he movido mi puesto de votación desde hace más de 20 años. Cali no se merece que le sigan vendiendo la idea de que somos dos ciudades; ese ya es un cuento viejo y mal contado.

Sigue en Twitter @MabelLaraNews