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El régimen

Aún existe la posibilidad de pensar y votar de manera libre por quienes no pertenecen a la rosca que asfixia la política caleña y vallecaucana.

27 de octubre de 2019 Por: Vicky Perea García

Aunque hoy se producirá lo que en teoría es la renovación de las administraciones municipales y departamentales como expresión de la democracia, en la práctica parece ser la consolidación del régimen que gobierna a Cali y el Valle. De la libertad y conciencia de quienes tiene el derecho a elegir dependerá que no se imponga la manguala que pretende monopolizar el poder.

Lo que se producirá es la confrontación, aún pacífica pero confrontación, entre los candidatos a la gobernación y las alcaldías de decenas de municipios del Valle promovidos y auspiciados desde los palacios departamental y municipales y quienes aún creen en las elecciones como un proceso limpio y noble. Y podrá imponerse la alianza entre enemigos que pertenecen al más egregio clientelismo con los que usan el populismo de izquierda para atrapar votos y conseguir los recursos que sean necesarios para consolidar el control sobre este pedazo de democracia.

Lo que a esa alianza le interesa es capturar la mayor cantidad de alcaldías para sumarlas a la ambición de poder eterno. No le importa a esa alianza que Cali y el Valle puedan quedarse muy pronto sin alcalde y sin gobernador por acción de la Justicia.

Les satisface sí, o les basta, que sus candidatos sean inocentes por prescripción o que las procuradurías, las contralorías o las fiscalías tengan que mantenerles la presunción de inocencia. Mientras tanto usan el poder a discreción y desatan su ira y su condena contra cualquiera que se atreva a disentir de sus prácticas absolutistas y de los acuerdos basados en la complicidad.

Es el régimen descrito por Álvaro Gómez Hurtado como “estas asociaciones de intereses creados que se mantienen unidas por la complicidad que es una forma bastarda e impúdica de la solidaridad. Los regímenes logran sortear los anhelos de la opinión pública sin complacerlos porque la desprecian, la miden, la cuantifican para medir su precio. Su intención es encontrar la manera de sobornarla”.

Así, de lo que se trata es de juntar a los jefes de organizaciones clientelistas como el Partido de la U con el gavirismo que se apoderó del liberalismo, el populismo que le hizo daño a Cali y ahora se pasea en el Partido Verde, y con cualquiera que no quiera quedarse por fuera de la repartición burocrática y presupuestal. El objetivo es asegurar ante todo el silencio y la complicidad para continuar con esa moral de la política de hoy que consiste en usar el poder para perpetuarse en él sin importar que sus candidatos tengan un pasado cuestionable y cuestionado.

Los protagonistas de esa alianza, de ese régimen, están ante todo en los despachos públicos, rodeados de las ventajas que ofrecen y sin importar si se odian. Allí se lleva la contabilidad de los alcaldes, concejales, diputados y funcionarios ‘amigos’ de la organización, a los que se suman los líderes de barrio, de vereda, que acepten el engrase para aportar los votos a como dé lugar.

Es el régimen que promueve huelgas de hambre y luego las levanta cuando le da la gana, envuelto en la aureola de la víctima y la persecución. El que montó una aplanadora perfumada y mejorada que camina por el Valle y pretende aplastar cualquier esperanza de cambio.

Pero aún existe la posibilidad de pensar y votar de manera libre por quienes no pertenecen a la rosca que asfixia la política caleña y vallecaucana. Contra ese régimen que pretende mantenerse en el poder a cualquier precio y de cualquier manera.

Sigue en Twitter @LuguireG