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Memorias persistentes

En medio de la polarización que vive el país, se tiende a caer en acusaciones cruzadas. De una parte, se ha tratado de desconocer o minimizar la problemática que aqueja a los líderes sociales.

28 de julio de 2019 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

Un mural reproduce una pintura original de Jacques Chery, un pintor haitiano que expresa en el árbol de la vida, nombre de la pintura, diversos motivos: en el plano superior una tierra promisoria y de esperanza, en el del centro el vencimiento del mal a través de Cristo y bajo los pies del Cristo crucificado se representa a la discordia, el mural reproduce tal motivo en el que se vislumbra un acto de tortura, escenas de violencia entre personajes en armas y un tanque y un avión de guerra sobre un río que insinúa cuerpos despojados de su vida.

Los personajes del mural asemejan en sus facciones a individuos en armas que son denunciados por los atropellos cometidos en contra de la población inerme. Ese mural, elaborado detrás del pulpito de la iglesia se convierte en una afrenta a aquellos que se reconocen en él, dejando tiempo después asesinado al promotor de tal obra, el padre Sergio Restrepo S.J., quien a través del cuadro y sus acciones pastorales y sociales era visto como una voz crítica en medio del silencio y en consecuencia, silenciado por el aquel entonces líder de los emergentes grupos paramilitares de los años ochenta y noventa, Fidel Castaño.
Treinta años después, se conmemora la muerte del padre Sergio, pero al mismo tiempo, seguimos siendo testigos de actos de violencia, en contra de personas que reclaman sus derechos, que de una u otra forma se vuelven incómodas para sectores o grupos, que acostumbran a arrasar a sus contradictores.

En medio de la polarización que vive el país, se tiende a caer en acusaciones cruzadas. De una parte, se ha tratado de desconocer o minimizar la problemática que aqueja a los líderes sociales. Desde la otra orilla, toda situación es calificada bajo la clave de líder social, cuando hay muchas fuentes de violencia en nuestro país. Nuestros líderes sociales son muy importantes en la construcción de la nueva Colombia, permiten tejer un entramado de relaciones transformadoras que son vitales para contribuir a la equidad en el país.

En este sentido se destaca que el pasado 20 de julio, el nuevo presidente del Senado de la República, Lidio García Turbay, pidió políticas claras encaminadas a proteger la vida de los líderes sociales y defensores de derechos humanos. “Ni uno más” también se oyó en el recinto del Congreso cuando el Presidente Duque hizo referencia a las muertes y protección de los líderes.

Acompañar aquello que intenta ser borrado y minimizado es una apuesta desde la memoria, pero también del reconocimiento de nuestras resistencias. Acciones como la de los Grupos Regionales de Memoria Histórica de varias universidades del país, algunas de las cuales se reunirán a finales de julio en la ciudad de Cali, bajo el empeño de aportar en la construcción de la democracia y la ciudadanía desde sus trabajos con comunidades y organizaciones sociales, es una práctica de persistencia bienvenida para nuestra región y el país.

Un país en transformación como Colombia requiere de dinamizadores, que, como los líderes sociales, asumen roles, en ocasiones, incómodos para el statu quo. Pero estos deben ser protegidos por las autoridades, e incluso, deben ser protegidos por toda la sociedad. No dejemos que los violentos menoscaben las dinámicas de cambio.

*Rector Universidad Javeriana Cali.

Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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