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Sin pecar de pesimista y menos de apocalíptico, hemos entrado a un...

3 de enero de 2017 Por: Mario Fernando Prado

Sin pecar de pesimista y menos de apocalíptico, hemos entrado a un año bien pero bien complicado. En ello coinciden desde observadores internacionales imparciales hasta pitonisas y adivinos además de muchísimos analistas económicos, politólogos, pazólogos, violentólogos y las gentes del común.Las convulsiones que se avecinan se comenzaron a fraguar desde cuando el gobierno decidió sacar contra viento y marea un necesario e inaplazable proceso de paz que finalmente logró cristalizarse y que dejó desafortunadamente muchas heridas abiertas difíciles de restañar.A lo anterior hay que agregarle el triunfo, así fuera por un margen estrecho del No rematándose con una reforma tributaria sin antecedentes en nuestra historia económica que va a golpear a todos los estamentos y estratos sociales.Otro ingrediente para conformar lo que podría llamarse la tormenta perfecta es el rechazo a las instituciones legislativas y a los partidos políticos tradicionales. Un ejemplo de ello son los resultados de la encuesta de la firma Guaumuru del exregistrador Carlos Ariel Sánchez que publica Semana en su última entrega, en la que la juventud no votaría copiosamente por ninguno de los partidos tradicionales dándole más de la mitad de sus preferencias al Centro Democrático y a un candidato independiente (sección confidenciales edición 1808, pagina 11).Así las cosas, lo que se nos viene es un reacomodo político-social en el que la guerrilla ya enseñoreada y en alianzas con fracciones de los partidos de la U, el liberalismo, el Polo Democrático y vaya a saber con quien más podrá dar una sorpresa reiterándose aquello que reza que la política es ‘el arte de lo posible’.En contraposición a lo anterior, sin embargo podría existir un rechazo tal a la izquierda que haría que el péndulo se fuera para una derecha extrema conformándose nueva conservatización del país con todo lo que ello conlleva.El descontento será creciente aupado por las legiones de caza-votos y de más pescadores en río revuelto con los cuales será difícil competir por parte de un gobierno que ni goza de las simpatías y el apoyo de una  precaria tercera parte de los colombianos.Lo otro también muy preocupante es la polarización que uno creería que con el resultado del plebiscito se había disminuido: ¡Pues no! Siguen esos dos bandos echándose vainazos por Facebook, por WhatsApp, por Twitter, por Messenger y no cesan las peleas hasta en los velorios y entre las familias y los amigos que se están distanciando irreconciliablemente.Agreguémosle a lo anterior y para rematar, la influencia de las redes sociales que se han ido imponiendo sobre los medios de comunicación tradicionales, cuya pérdida de credibilidad y aceptación es indiscutible y más aún cuando se viralizan y se vuelven incontenibles bolas de nieve que no se sabe dónde pueden terminar, ni menos si son fiables y confiables.A pesar del cinturón apretado y los oscuros nubarrones que se ciernen sobre nuestros cielos me atrevo a desearles un feliz y venturoso año y que la suerte, los dioses y hasta los ángeles y los arcángeles, nos acompañen y nos guíen por el sendero correcto.

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