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Venezuela, ¿a dónde va?

La vecina Venezuela lleva más de cuatro años escondiendo y maquillando una aguda crisis económica y caminando sola hacia el abismo.

29 de diciembre de 2017 Por: Liliane de Levy

La vecina Venezuela lleva más de cuatro años escondiendo y maquillando una aguda crisis económica y caminando sola hacia el abismo. Protestas, elecciones fraudulentas, represión, corrupción, arrestos, despidos, emigración desesperada, fuga masiva de talentos, inflación galopante, desempleo, hambruna, escasez de víveres y medicamentos y todas las plagas de la humanidad marcan su descalabro total.

Entretanto su presidente Nicolás Maduro, disfrazado (literalmente) de patriota en escenarios montados con seguidores suyos que aplauden sus discursos mentirosos ante las cámaras de televisión, lo niega todo y asegura que su país va muy bien, que la revolución triunfa al servicio del pueblo y que los problemas surgen por culpa de “la oligarquía” y Estados Unidos.

Y así va sobreviviendo año tras año hasta que en este fin del 2017 la triste historia de Venezuela en manos de ineptos y corruptos llegó a tal punto de deterioro que la verdad salió a relucir en todo su horror. Y fue en gran parte gracias al prestigioso diario The New Yorlk Times, decidido a liderar las denuncias para alertar al mundo sobre la magnitud de la tragedia venezolana.

Comenzó con un reportaje devastador publicado hace pocos días acerca de los escalofriantes efectos que surte la política de Maduro sobre el sector más vulnerable de la población, que son los niños. Durante cinco meses sus periodistas le siguieron la pista a niños enfermos en 21 hospitales públicos en 17 estados por todo el país venezolano durante los cuales los médicos les confirmaron que el número de niños desnutridos muertos y muriendo no tiene precedente. Encontraron las salas de emergencias repletas de niños padeciendo de malnutrición severa y dándose cuenta que la mayoría no sobrevivirá.

Familias enteras no tienen de que comer y pasan días en ayunas pero los que corren más peligro son los más jóvenes. Las madres que no pueden amamantar a sus bebés, no tienen los medios de comprar leche en lata, con precios hiperinflados. Desesperadas mezclan harinas de arroz con agua para alimentarlos aunque terminan en el hospital donde tampoco los pueden atender por falta de medicamentos y de productos básicos como vendas, algodón y jabón.

El gobierno de Maduro lo sabe pero no acepta la ayuda internacional que se le ofrece a diario y aportaría un poco de alivio a la dramática situación. No la acepta porque al hacerlo reconocería que su país está en crisis cuando él asegura que todo va bien. Prefiere sacrificar a centenares de niños que se mueren de hambre en aras de su ego y su afán de sostenerse en el poder.

Entretanto siguen las denuncias mundiales sobre su pésimo manejo del país y ayer jueves otro demoledor artículo apareció en el New York Times sobre el nombramiento en Venezuela de un general -con nada de experiencia- a la cabeza de la compañía de petróleo estatal, más conocida como Pdvsa, que termina el año en total bancarrota.
Anteriormente apodada ‘la vaca lechera’ para producir dólares del país, concluye el 2017 con 76 de sus 84 plantas paralizadas y una capacidad de producción de menos del 20%.

Que esto suceda en el país con más reservas (comprobadas) petroleras del mundo, resulta desconcertante. Y más aún cuando los demás productores internacionales (Arabia Saudita y compañía) se están recuperando y registrando ganancias sustanciales. Y todo por culpa de un gobierno represivo que se perpetua en el poder, apoyado por países como Rusia, China, Cuba y otros aprovechando de su corrupción e ineptitud y persiguiendo intereses propios. Finalmente y gracias a medios poderosos como el New York Times el mundo se está dando cuenta de la triste situación venezolana y quizás, ayudara.